Nada es lo que parece a primera vista en la preciosa ciudad escocesa de Edimburgo, una ciudad de cuento apacible e idílica en la que se puede sentir y respirar historia en cada esquina. Pero además de la historia oficial, la que sale en los libros y guías, hay otra historia que subyace, convive y comparte esos mismos espacios y que está plagada de leyendas, sucesos paranormales, misterios, ladrones y asesinos que aunque suene extraño añaden un atractivo especial a la ciudad para todo el foráneo que la visita. La ciudad rebosa de decenas de anécdotas de autenticidad histórica que pueden helar la sangre.

Y es que en torno a los siglos XVII y XIX la Old Town de Edimburgo albergaba a unas 100.000 personas que vivían hacinadas en un laberinto de estrechos y oscuros callejones donde apenas llegaban los rayos del sol y donde las enfermedades y la delincuencia se hacían paso con una gran facilidad. Pensemos en un escenario urbano propio de las ciudades que vivieron la Revolución Industrial, donde la suciedad, la súperpoblación y la miseria eran campo abonado para que personajes como el de Jack el Destripador en Londres hiciese de las suyas sin que nunca fuese atrapado. En Edimburgo la escasez de terreno aprovechable fue un problema hasta que no se tiraron las antiguas murallas de la ciudad que entonces permitieron la expansión de la misma. Hasta entonces, se urbanizó tanto hacia arriba como hacia abajo. La ciudad de los ricos crecía hacía arriba en edificios de hasta 14 plantas y la de los pobres crecía hacia abajo, en el subsuelo. Esta ciudad subterránea contaba con 200 callejones y por las criptas formadas en los arcos en varias alturas del puente South Bridge. En un principio, estos lugares se usaron como almacenes por los tenderos de la zona, pero poco a poco las filtraciones y el ambiente insano hicieron que estos espacios ocultos a los ojos se fuesen dedicando a actividades ilícitas y como refugio de los desheredados y delincuentes de la ciudad.

Será por el peculiar carácter escocés, que a menudo se ha descrito como “pendenciero”, por el opresivo ambiente que tenía la ciudad, o simplemente porque el hacinamiento favorecía toda clase de comportamientos ilícitos, lo cierto es que la lista de sucesos y historias truculentas es interminable. Dicen de Edimburgo que es una de las ciudades más hechizadas del mundo. Sus calles y rincones, especialmente de la Ciudad Antigua (Old Town) y alrededores son susceptibles de albergar fantasmas y toda clase de historias de brujas, atroces asesinatos, canibalismo y hasta apariciones espectrales. Estos oscuros personajes cuyos nombres, apellidos y andanzas son conocidos por todos los habitantes de la ciudad parecen sacados de las novelas victorianas de alguno de sus hijos más famosos; Sir Walter Scott o R.L.Stevenson, aunque fue de hecho la realidad la que inspiraría a Stevenson la ficción de al menos dos de sus más famosas obras: «El ladrón de cadáveres» y «El extraño caso del Dr Jekill y Mr Hyde».

“El ladrón de cadáveres” se inspira en sucesos reales llevados a cabo por la pareja de delincuentes Burke y Hare, quienes vendieron los cadáveres de 16 de sus víctimas como material de disección. Inicialmente simplemente robaban los cuerpos del cementerio, profanando las tumbas antes de que los cuerpos se pudiesen corromper y los vendían a la facultad de medicina de Edimburgo, de reconocido prestigio en la época. Hasta aquí todo iba relativamente bien para ellos, hasta que la demanda comenzó a superar a la oferta y tuvieron que idear una nueva estrategia, bastante perversa, que consistía en elegir una víctima que nadie echase en falta y matarla para posteriormente venderla a la facultad de medicina. Esta pareja de amigos se convirtieron en auténticos expertos del asesinato e inspiraron la novela “El ladrón de cadáveres”. Sin duda que no habría cuerpos más frescos que los que conseguían ellos. Os adjunto una canción popular de Edimburgo de la época de un humor bastante negro que habla de ellos: «Up the close and down the stair, But and Ben with Burke and Hare. Burke’s the butcher, Hare’s the thief, Knox, the boy who buys the beef», textualmente:  «En el desván y bajo la escalera, But y Ben con Burke y Hare.Burke es el carnicero, Hare es el ladrón, Knox el chico que compra el filete»

La novela de «El extraño caso del Dr Jekill Y Mr Hyde» se inspira en la historia del Diácono Brodie. En la Royal Mile se encuentra la  Deacon Brodie’s Tavern, con la historia de Brodie relatada en la pared. Por lo visto Brodie era un respetado ebanista de la época, fabricante de todo tipo de muebles, con una vida corriente.   Su dedicación y reconocimiento le llevó a  ser miembro del Consejo Municipal y diácono de la Corporación de Artesanos y Masones. Un mundo de contactos y relaciones con lo más granado de la burguesía y los más adinerados de la ciudad se abrió ante él. Brodie comenzó a llevar una doble vida que con los ingresos de su trabajo no podía mantener, deudas a las tabernas, deudas de juego, amantes e hijos ilegítimos. Como principal artesano de la ciudad, trabajaba para los miembros más ricos de la sociedad de Edimburgo, así que conocía al detalle las casas y las circunstancias y personas que allí vivían. De hecho, Brodie fabricaba puertas y pronto se dio cuenta de lo fácil que lo tenía para aliviar su necesidad. Comenzó a copiar las llaves de los distintos inmuebles y así comenzó una carrera criminal que no hizo sino ir en aumento.

La codicia llevó a Brodie incluso a tener una pequeña banda de ladrones que obraban bajo su dictado. Por supuesto, era sólo una cuestión de tiempo que los detuviesen y así fue, el respetado diácono Brodie y uno de sus cómplices fueron atrapados y colgados el 1 de octubre de 1788 ante la estupefacción de sus amigos y clientes en una horca que según dicen, el propio Brodie había diseñado y fabricado el año anterior. Una justicia poética.

La familia de Stevenson fue uno de esos clientes que tenían muebles fabricados por él. Al parecer R.L. Stevenson frecuentaba este pub donde solía sentarse a escribir y recordaba las historias que le habían contado de pequeño sobre este hombre. Deacon Brodie’s Tavern es uno de esos pubs clásicos e imprescindibles para los visitantes de la ciudad, clasificados como «Classic Pubs of Britain», por su antigüedad e historia. Aunque no lo busquéis seguramente pasareis por delante pues está situado frente a la catedral de St. Giles, en plena «Royal Mile» y cerca de la Universidad de Edimburgo.

La taberna tiene ese encanto de la atmósfera histórica y sus paredes están cubiertas con cuadros y textos que explican la historia de Deacon Brodie. Es acogedora y un lugar perfecto para hacer una pausa, pedir una buena pinta y degustar alguna especialidad escocesa, ya que este lugar es famoso por su cocina tradicional y tiene una aceptable relación calidad-precio. Hay dos ambientes, a pie de calle, y otro arriba, algo más tranquilo y recogido y con buenas vistas. Pero hay que contar con que es un sitio bastante turístico y no es nada extraño tener que esperar para sentarse.  Igualmente creo que el buen rato que pasareis ya merecerá sobradamente la pena. En este caso la taberna de Deacon Brodie no es ningún tesoro oculto, pero es un sitio especial que creo os gustará conocer y que sin duda recordareis de vuestro paso por la ciudad.

Deacon Brodie’s Tavern se encuentra en el 435 Lawnmarket, Edimburgo, Escocia

 

 


 

Ana Morales

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