Obelisco inacabado | Wikimedia

A 950kms de El Cairo, siguiendo el curso del Nilo en dirección al sur está la legendaria ciudad de Aswan. Aswan proviene de la palabra en egipcio antiguo «soun«, que significaba zoco o comercio y está situada en la frontera sur de Egipto, una situación estratégica en las antiguas  rutas comerciales. En el pasado era el último enclave «civilizado» antes de que las caravanas en busca de maderas nobles, incienso, mirra, animales exóticos, y esclavos se internasen en el África negra.
Además Aswan era una ciudad rica pues a pocos kilómetros al sur de la misma, existen canteras de granito rosa destinado a la construcción de obeliscos y a la extracción también de bloques de piedra para la edificación de pirámides, estatuas y colosos reales que fueron desde tiempos inmemoriales una gran fuente de riquezas para esta región.

En el siglo XIX los intelectuales buscaban aquí la inspiración y escritores como Loti, Saint Exupery o Christie se dejaron embargar por su belleza compartiendo la antigua ciudad con aventureros y jóvenes empresarios que buscaban el sueño de las riquezas africanas. Hoy en día es una urbe de más de doscientos mil habitantes, y supone el punto y final de la mayoría de los cruceros por el Nilo, pues la «Primera Catarata» marca el límite natural de navegación por el río.

Zoco de AssuanEn sus alrededores multitud de actividades y cosas para ver interesantes si uno dispone de tiempo. Si lo que a uno le gusta es callejear, el Zoco (suq) de Aswan es su primer destino natural, seguro que no le defraudará, no sólo podremos conseguir mil y una infusiones y especias, (algunas bastante desconocidas como el karkadé, que, en realidad es la flor desecada del hibisco, muy valorada por sus propiedades cardiosaludables) sino que además encontraremos mil y un ungüentos y artesanías africanas y disfrutaremos del bullicio del mercado. En otras partes del zoco se pueden observar los hornos donde cuecen el pan, planchadores, con esas planchas de hierro que se calientan con brasas de carbón que usaban nuestras abuelas, carniceros…etc etc. Un paseo lúdico y muy entretenido.

En una isla rocosa y frondosa, podemos visitar el bello templo de Philae, dedicado a Isis. Bien temprano en la rica religión egipcia, el culto a Isis, la diosa madre, hizo que Philae fuera reconocido como el mayor santuario de la divinidad femenina principal del panteón egipcio. Su culto, aunque hoy secreto y minoritario  tiene 5.000 años de vida.

Mausoleo del Aga Khan y falucaPero si uno prefiere conocer los alrededores lo mejor es alquilar una falucca , esos barquitos de vela tradicionales de un solo mástil que se mueven tranquilamente a merced del viento y navegar sin prisas esta parte del río. Pasaremos por la Isla Elefantina, la cual recibe este nombre por las caprichosas formas de las rocas que la rodean, que recuerdan a este paquidermo. Frente a ella, situado en una colina de granito al borde el caudaloso Nilo, veremos el famoso hotel Old Catarac, que toma su nombre de la Primera Catarata, un lugar empapado de historia recientemente restaurado, donde, de nuevo encontramos la pista de la intrépida Agatha Christie, ya que aquí se hospedaba y escribió el libro «Muerte en el Nilo«.

Navegar hasta el turístico poblado nubio no es una mala idea, la travesía es deliciosa, la luz perfecta y, se puede disfrutar de una suave brisa que es muy relajante, además  podremos ver el paisaje y la vegetación del río, incluso, algunos podrán hacer realidad su sueño de nadar en el Nilo.

Mujer nubiaEn lo alto de un promontorio lejano se divisa el Mausoleo del Aga Khan, y tras una travesía de una hora finalmente llegaremos al poblado. Tengo que  decir que yo era algo reacia a hacer esta excursión, pues “el poblado nubio” no deja de ser una turistada, pero sólo el paseo hasta allí ya mereció la pena, y, aunque esta gente vive del turista, es muy curioso andar entre las calles, donde la arena del desierto entra hasta las casas y patios de las sencillas construcciones a base de adobe y juncos. Pero ¿quiénes son los nubios? Porque ellos son de rasgos negros africanos y Nubia, hoy Sudán, no es obviamente, Egipto. Los nubios perdieron sus poblados cuando se construyó la famosa presa de Aswan, y, en compensación el gobierno egipcio les trasladó a este territorio donde se ganan la vida con las artesanías, los paseos en camello, y los turistas. Antaño, las mujeres nubias tenían fama por su belleza, y, la misma Nefertari, favorita de Ramses II era nubia.

Presa de AswuanEn Aswan se han construido dos presas, la Nueva Presa y la Presa Antigua. Nuestro guía no paraba de decir que el Nilo es la sangre de Egipto, metafóricamente hablando, pues es esta franja que sigue su curso la que permite alimentar a la mayoría de la población con su fértil tierra. Pues siguiendo con las metáforas, la Nueva Presa de Aswan, construida a 8 kms de la antigua (que fue construida por los británicos en 1902) sería el corazón que bombea esta sangre. La antigua presa se fue agrandando hasta que ya resultó insuficiente. Gracias a esta monumental obra de ingeniería hidráulica (no exenta de detractores) que se llevó a cabo en los años sesenta, se consiguió controlar las crecidas del río, que cada verano se veía desbordado por las aguas procedentes de Uganda y Sudán. Es cierto que, precisamente estas crecidas del río eran las que convirtieron las orillas del río en fértiles terrenos de cultivos al depositar sobre la tierra un limo lleno de nutrientes muy beneficioso para el terreno. Pero la incapacidad para predecir las crecidas suponía la pérdida de cosechas por los dos extremos, la inundación, y la sequía.

Photo: Per-Olow Anderson | Wikimedia

Con la presa se regula el nivel de las inundaciones, y por tanto protege tierras y cultivos, y, además se produce el 15% de la energía eléctrica del país. Su construcción supuso un alto impacto ecológico que no se tuvo en cuenta y que además hubiese supuesto la pérdida de los monumentos de Nubia. Gracias a que la comunidad internacional junto con la UNESCO aunaron esfuerzos  se pudo garantizar la recuperación y salvaguarda de los mismos. Incluso España participó, y en agradecimiento Egipto le regaló el Templo de Deboth, actualmente en Madrid.

El resultado fue su traslado, piedra por piedra de veinticuatro monumentos que habrían desaparecido bajo las aguas, entre ellos el templo de Philae, desplazado de la isla original a la isla de Agilkia donde hoy lo visitamos, o los templos de Abu Simbel, que fueron desplazados 250 metros hacia atrás, y 65 metros por encima del lago, cortándolos en grandes bloques de piedra, para poder luego volver a montarlos pieza por pieza como si de un puzzle se tratara. Esta tarea duró 4 años. Y el resultado es espectacular, hoy día nadie diría que estos templos no siempre estuvieron aquí, ya que no se advierten los cortes por más que uno busque huellas. Ni siquiera en la falsa cúpula en la que están encajados los templos, que originalmente formaban parte de la roca. Es increíble lo que el ser humano es capaz de hacer cuando se lo propone, aquí hay un ejemplo de ello, de ingenio y de colaboración y solidaridad internacional. El broche perfecto a nuestro paseo por el Nilo.

 

 


 

Ana Morales

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