Es de esperar que el gobierno golpista de Myanmar verá en el reciente nacimiento de una cría de elefante blanco en tierras del territorio de Rakhine (el histórico Arakán) un magnífico presagio y, de algún modo, una señal de que su último golpe de estado, perpetrado en febrero de 2021, está siendo avalado.
¿Qué relación puede tener el nacimiento de un elefante blanco con la legitimación de un golpe de estado en el sudeste asiático? Pues todo, y nada, quédense conmigo, y se lo cuento.

Símbolo de poder Real

La monarquía de Myanmar (entonces Birmania) desapareció en 1885 cuando Thibau Min, su último soberano, fue derrocado por los británicos y exiliado a la India con su familia donde murió. Él, como sus ancestros, reyes y líderes de esta nación predominantemente budista, atesoraban elefantes blancos como presagios de buena fortuna y de poder.

Los reyes birmanos adoptaron el título de «maestros del elefante blanco» y estos prodigiosos animales disfrutaban de todos los lujos y cuidados. Amamantaban pechos humanos cuando eran bebés y, de adultos, eran engalanados con piedras preciosas y lujosos tejidos, mantenidos y alimentados en jaulas y comederos de oro.

Esta ancestral tradición de poseer y venerar elefantes blancos desapareció con su monarquía. Aunque la Junta militar de Myanmar decidió revivirla recientemente. El infame general Than Shwe, en el poder desde 1992 hasta 2011, «quería desesperadamente un símbolo de poder para representar y legitimar su propio gobierno real», y, parece que lo encontró en este símbolo de poder de los antiguos reyes birmanos que sus sucesores han seguido promoviendo.

Sus orígenes

Si ahondamos un poco más en esta práctica llegaremos a la leyenda transmitida por el budismo que narra el propio nacimiento de Buda. Su madre, la princesa Maya soñó como un elefante blanco “…un pequeño elefante provisto de seis colmillos que, según la leyenda, hirió delicadamente su regazo sin causarle ningún tipo de dolor. El nacimiento de Siddharta Gautama se produjo nueve meses después”

También está muy presente en el hinduismo, en los textos védicos, que se remontan a más de dos milenios, donde Indra, el rey de los dioses, siempre se representa sentado sobre una bestia así.

El régimen dictatorial birmano busca legitimación apropiándose de mitos y leyendas asiáticas

Resulta que la mística del elefante blanco ha penetrado en el espíritu incluso de uno de los regímenes autoritarios más arraigados del mundo. Quizás porque los generales que oprimen a la población no se sienten menos que los poderosos reyes birmanos y porque sus ambiciones y las ambiciones de las élites gobernantes de Myanmar, ven en ellos la confirmación de la naturaleza de su propia grandeza.

Así, hay auténticas batidas por todas las selvas del país a la captura de estos raros animales. Los elefantes blancos, en realidad albinos, han sido venerados durante siglos en Birmania, Tailandia, Laos y otras naciones asiáticas al ser considerados portadores de buenos auspicios y símbolo de fortuna. Eran generalmente regalados solo a los reyes y a personas poderosas.

El ministerio birmano recuerda que los expertos catalogan a los elefantes blancos por presentar ocho características que los diferencian: «ojos color perla, espalda en forma de rama de plátano, cabello blanco, una cola distintiva, marcas en la piel que se pueden interpretar como señales de buena suerte o buen augurio, piel suave de color marrón rojizo claro, cinco garras en cada extremidad y orejas grandes».  A menudo son de color rosado y no blanco, con pestañas y uñas de los pies claras, y otras veces ni siquiera parecen blancos, pero dejemos estas cuestiones a los “expertos”

“La Guerra del Elefante Blanco”

A pesar de la que les está cayendo a los pobres birmanos, muchas personas, sobre todo las más devotas, todavía creen que estos animales traen buena suerte al país, por ello el régimen birmano se ha apropiado de estas creencias arraigadas en el propio budismo.

Por la buena fortuna que representan en las culturas asiáticas, los antiguos gobernantes de la región adquirieron tantos como pudieron para aumentar sus fortunas. De hecho, estos animales llegaron a ser tan apreciados como para ir a la guerra por ellos.

Durante el siglo XVI, estalló la guerra entre Siam y Birmania, (ahora Tailandia y Myanmar), por una disputa de 4 elefantes blancos. La guerra birmano-siamesa de 1563 estalló cuando el rey Maha Chakkraphat (gobernante del Reino de Ayutthaya en la actual Tailandia) se negó a entregar a 4 de sus propios elefantes blancos al rey de Birmania. La invasión resultante se conoció como «la Guerra del Elefante Blanco», y duró todo un año con bajas significativas y pérdida de tierras para los habitantes de Ayutthaya.

Significado del “elefante blanco” en occidente

¿Sabían que el enorme coste de mantener a estas bestias de un modo lujoso y apropiado dio lugar a la expresión moderna en la que un “elefante blanco” es una posesión inútil, aunque hermosa?

Se dice que los reyes de Siam (ahora Tailandia) solían regalar uno de estos animales a los cortesanos que se habían vuelto molestos o caído en desgracia para arruinar al receptor con el coste de su mantenimiento. El receptor de este regalo real era así “gratificado” con una bestia de enorme valor simbólico, pero poco valor práctico. En el antiguo Siam, habría sido la más grave de las descortesías rechazar tal regalo. Y la gran criatura literalmente se comería en su camino el patrimonio de su nuevo dueño.

Actualmente en Tailandia los elefantes blancos son propiedad exclusiva del monarca; seis machos y cuatro hembras residen en varios Centros de Conservación de Elefantes tailandeses (TECC), bajo patrocinio real en todo el país.

La dinastía gobernante (Chakri) ha gobernado Tailandia desde finales del siglo XVIII, evitando la colonización europea a finales del XIX y la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial; al tiempo que se mantenía en el poder esquivando numerosos golpes de estado. Quizás la junta militar de Myanmar tomó nota de estos hechos cuando decidió «resucitar» a los elefantes blancos en Myanmar.

Elefantes blancos en Myanmar

Actualmente según los medios estatales, hay siete elefantes blancos en cautiverio en la nueva capital construida por el ejército, en su mayoría originarios del estado de Rakhine y la región sur de Ayeyarwady. En total nueve elefantes blancos estarían residiendo en los dos principales zoológicos de Myanmar (siete en la capital, Naypiydaw, y dos en, Yangon). Y como ya supondrán, estos animales disfrutan de un estilo de vida regalado y lleno de cuidados, muy por encima del que puede tener un ciudadano medio de Myanmar.

En el Royal White Elephant Garden, como se llama el recinto de Naypyidaw (aunque que no les lleve a error lo de Royal=Real, recuerden que Myanmar no ha tenido una monarquía durante más de un siglo), los turistas reciben folletos en los que se jactan de que según «personas eruditas de las sucesivas eras pasadas» los elefantes blancos se aparecen a los reyes y gobiernos que han gobernado bien. El «surgimiento de los elefantes blancos es un buen augurio para la nación en un momento en que el estado se esfuerza por construir una nación pacífica, moderna y desarrollada», dice el folleto.