Hace unos meses dedicábamos una entrada a los jenízaros, la elite militar del poderoso imperio otomano.
Recordemos que los jenízaros eran un cuerpo de élite conformado principalmente por niños cristianos, botín de guerra de las distintas incursiones del ejército otomano. Otras veces, eran simplemente infantes entregados por sus familias a modo de “impuesto de sangre” por los territorios vasallos del Imperio otomano. Los jenízaros eran adoctrinados y formados en el arte de la guerra durante años y desde una edad temprana, y, resultaron ser el aparato de guerra más potente y moderno de su época. Además, conformaban la guardia personal del sultán.

Sin embargo, además de los propios jenízaros, existían otros muchos cuerpos especiales. Incluso muy especiales y al margen de las normas que regían a los jenízaros. Hoy hablaremos de los Deliler (o Akinci en turco). Milicias irregulares que eran muy temidas por su arrojo y brutalidad.

A modo de resumen, podemos decir que el Imperio Otomano consigue su mayor gloria entre los siglos XVI y XVII, cuando llegó a tener territorios en 3 continentes y poseía 29 provincias más algunos territorios vasallos (Moldavia, Transilvania, Valaquia y Crimea). Estos territorios os sonarán también porque aquí nació la Orden de los Caballeros del Dragón, a la cual pertenecía Vlad Teppes «el Empalador«, señor de la guerra y príncipe de Valaquia del siglo XV, recordado hasta el día de hoy por su inigualable crueldad, que inspiró al escritor Bram Stoker para crear al conde Drácula que todos conocemos.

 

Deliler – Akinci

Estas unidades militares son las más antiguas del Imperio Otomano.

Cuando Mehmet el Conquistador subió al trono en 1451, el número de Akinci superaba los 50.000 hombres. 43.000 de ellos participaron en la incursión de Transilvania, una de las mayores en la historia de Turquía.
Los “Delis” (locos), que al principio solo se movilizaron en Rumelia y los principados fronterizos, podían ser de origen turco, pero también podían elegirse entre jóvenes especialmente corpulentos y valientes de pueblos vecinos: eslavos, bosnios, albaneses, croatas y serbios.

Se convertían en «Delis» sólo después de ser seleccionados entre los más fuertes de los pueblos turcos y balcánicos y de recibir una educación extraordinaria. Los más valientes, dispuestos a ser “locos”, hacían su juramento formalmente, en presencia de otros camaradas “locos”, conforme servirían a la religión y al estado, y que no retrocederían ante ninguna lucha. Ser un “loco” significaba luchar con valentía no sólo contra el enemigo, sino también contra los caprichos y deseos de la propia alma. Y a pesar de ser tan temidos, se ganaron la admiración incluso de sus enemigos por su disciplina, coraje y la lealtad.

Para los Deliler o Akinci, la muerte era tan natural como la vida, no la temían. La creencia y la confianza en el destino eran dos conceptos muy importantes para ellos. En su estandarte estaba bordada su máxima “Lo que esté en el destino, vendrá a ti”.

Como cuenta una crónica de la época: “Los Delis son la avanzadilla del ejército otomano. Son exploradores que luchan en el frente del ejército otomano, especialmente en las conquistas de los Balcanes. Infunden miedo en los corazones del enemigo con sus ropas y puesta en escena. Se dejan crecer el cabello y la barba, usan pieles de depredadores como leones, tigres, hienas y osos, y usan accesorios hechos con alas y plumas de pájaros. Armas que se pueden usar fácil y rápidamente, como espadas, lanzas, flechas, etc. Su fortaleza física es tan fuerte que pueden matar personas con sus manos y derribar caballos.”

En la batalla, su papel principal era actuar como tropas de avanzada en las líneas del frente y desmoralizar al ejército contrario mediante el uso de tácticas de guerrilla, llevándoles a un estado de confusión y conmoción. Preparaban la ofensiva definitiva sembrando el caos a su paso y aterrorizando a la población local antes del avance de las principales fuerzas otomanas.

Las fuerzas de Akıncı atacaban con flechas, portaban espadas, lanzas, escudos y hachas de batalla, de modo que, en un campo de combate, pudieran enfrentarse primero al enemigo y luchar cuerpo a cuerpo.

Como eran milicias irregulares, no estaban sujetas a tratados de paz, por lo que podían asaltar pueblos fronterizos y atacar guarniciones, fortalezas y puestos fronterizos enemigos, acosando constantemente al enemigo y comprobando los puntos débiles de las defensas del país rival. También atacarían las rutas comerciales para cortar el suministro y el transporte del enemigo.

Las fuerzas de Akıncı estaban dirigidas por ciertas familias, siendo las más conocidas los Malkoçoğlu, Turhanlı, Ömerli, Evrenosoğlu y Mihalli. Estos clanes Akıncı estaban compuestos principalmente por guerreros tribales turcomanos que descendían de los guerreros ghazis del primer gobernante otomano Osman I. Aventureros, soldados de fortuna, mercenarios, derviches guerreros y civiles en busca de fortuna y aventuras también se unirían al grupo. Dado que eran milicias irregulares, no tenían salarios regulares ni feudos. Su único ingreso eran los botines que obtenían de los saqueos.

Los Akıncıs solía usar ropa colorida y estrafalaria para sorprender y confundir a sus oponentes. Solían llevar alas de águila en la espalda (esta tradición fue imitada más tarde por las tropas de caballería ligera polaca), se ponían cascos con cuernos de toro, usaban abrigos hechos de piel de leopardo. Debido a su singular y bestial apariencia y sus tácticas de batalla casi suicidas, los Akıncıs fueron apodados por el público como «deliler» (los locos) y «serdengeçtiler» («el que ya le ha dado la cabeza al enemigo«, es decir, un hombre al que no le importa si vive o muere).

 

Su fin

Aunque el sistema Akıncı funcionó de manera excelente entre los siglos XIV y XVI, comenzó a declinar después del siglo XVI. A partir de los siglos XVI y XVII, la caballería nómada tártara y nogay del kanato de Crimea también sirvieron como Akıncıs para el Imperio Otomano. Después de que se detuviera el avance otomano en Europa, los guerreros Akıncı se volvieron innecesarios y, sin la economía del saqueo, esta clase guerrera se desvaneció lentamente. Después de la modernización del ejército otomano, se abolieron los últimos clanes akıncı oficialmente reconocidas.

 

La leyenda romántica

El estilo de vida Akıncı con batallas y saqueos es una fantasía romántica para el público, por lo que los Akıncıs fueron un tema popular en la literatura y la música folclórica otomana. Las “Serhad türküleri» o «canciones folclóricas fronterizas» son una subcategoría dentro de la música folclórica otomana que trata principalmente de incursiones y batallas Akıncı o aventuras amorosas de guerreros Akıncı, a veces odas a guerreros caídos.

Este tema ha sido recientemente resucitado por el cine turco con la película “Deliler”. Con un gran presupuesto y rodada al estilo de Hollywood, es una película que no pasará a la historia por su calidad artística, ni por sus diálogos, ni, por supuesto, por su fidelidad histórica. Es tan floja que no se puede recomendar. Pero si queréis ver qué aspecto se gastaban los Deliler, pues allí los tenéis, para eso sí que sirve.