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Recién presentado al gran público, ‘Gypsy Soul’ es un proyecto fotográfico que documenta la vida y la migración de músicos gitanos de Turquía, India, los Balcanes, Rumania, Francia y España. El fotógrafo Jordi Oliver nos lleva desde Andalucía hasta el Rajasthan de donde son originarios en un viaje a través del espacio y el tiempo a la búsqueda de la esencia de la cultura gitana y nos muestra como la música no es sólo una expresión cultural sino que es por encima de todo un legado histórico y un nexo de identidad para los doce millones de gitanos que siguen sufriendo casi sin excepción la marginación pero que a pesar de todo han sido capaces de preservar con orgullo sus raíces y su modus vivendi en un mundo estandarizado y globalizado.

 

FOTO  ©  Jordi Oliver

Entrevista a Jordi Oliver con motivo de la publicación de ‘Gipsy Soul’

Por Ana Morales para GEA PHOTOWORDS

Este libro que hoy es ya una realidad es el fruto de dos años de trabajo, ¿cuál fue el germen del proyecto?

A mediados de los años noventa un amigo y yo visitamos el festival de Cante de las Minas de la Unión. Allí pudimos conocer desde dentro a algunas familias gitanas, accediendo a los camerinos donde pude retratar, ver y sentir lo que es la música flamenca desde una perspectiva muy diferente. Mi interés por la comunidad gitana fue creciendo, pero para buscar una línea diferente creí que era interesante explicar el fenómeno del viaje de la música gitana desde el Rajasthan hasta Andalucía. Sin duda alguna la película de Tony Gatlif “Latcho Drom” fue el click final que me empujo a ilusionarme por el proyecto… siempre hay que buscar este click y para mí el reto era explicar y hacer sentir la música a través de la imagen fija.

Has recorrido varios países en la búsqueda de esa esencia gitana común que no atiende a fronteras, ¿es la música el elemento unificador de esas culturas?

La música y el duende que la acompaña siempre son la esencia de la cultura gitana.

En la presentación de tu libro mencionas que “los gitanos han conseguido mantener sus raíces en un mundo globalizado”, sin embargo, y precisamente por su cultura y medio de vida parecen no tener lugar en él, sufriendo la marginación, y, en los últimos años hasta la persecución. ¿No es esto una paradoja?

Correcto, por eso es una de las culturas que despierta más interés entre los fotógrafos documentalistas. Hay algo, que solo ellos pueden entender y es que cuando más tristes están, más cantan y bailan, más orgullosos están de ser gitanos, su verdadera fuerza es su arte. La gran pena es que los gobiernos de muchos países en Europa no lo sepan entender y no quieran encontrar la formula del equilibrio y de la educación… lo más fácil es expulsarlos, perseguirlos o meterlos en guetos en las afueras de las grandes ciudades.

Como fotógrafo independiente has pasado por el fotoperiodismo, la fotografía publicitaria y en “Gipsy soul” te sumerges de nuevo en el género documental, ¿has ido quemando etapas o te decantas por este último?

La fotografía como cualquier otra profesión es un modo de vivir, ahora todo es mucho más difícil. Hubo una época en que la fotografía se tenía que acercar a la gente y entre los creativos publicitarios encontraron en mi fotografía una manera más reportera y real de acercarse a la gente. Yo siempre he fotografiado igual, con matices para seguir creciendo en mi mirada interior pero siempre con la misma esencia: la de captar el alma. El genero documental para mi es perfecto para poder desarrollar proyectos como este.

En numerosas ocasiones a lo largo de tu carrera has convivido con aquellos a quien fotografiabas, en el caso de ”Gipsy soul”, ¿qué te ha aportado en lo personal el ser testigo directo de tantas historias humanas?

Muchas cosas, lo primero el respeto hacia esta comunidad, segundo el descubrir cómo la música gitana se transmite de generación en generación y por último que en una sociedad donde el nomadismo esta perseguido vivir como un nómada es lo más recomendable para la salud mental de cada uno.

Mucha de tu obra se ha definido como fotografía de denuncia social, ¿qué opinas de la fotografía como una forma de activismo y concienciación social?

Que es absolutamente necesaria y más con la facilidad que hay ahora para difundir las historias, pues ya no dependemos del editor de una revista, tan solo dependemos de nuestra capacidad de ser conscientes de que con la fotografía se pueden cambiar muchas cosas. Así que hay que mojarse y arriesgarse. Dosta!