Vista de la Roca de Mónaco // Fuente: Wikimedia
Vista de la Roca de Mónaco // Fuente: Wikimedia

No sé si alguna vez os habéis preguntado de dónde viene ese peculiar lugar -por decirlo de alguna manera- que es el Principado de Mónaco. A mí sí que siempre me ha llamado la atención que sea un país tan pequeño que ni siquiera tiene provincias sino distritos y que, sin embargo, todo el mundo sepa que existe. Todos sabemos el por qué, Mónaco es especialmente conocido y reconocido como destino de lujo y casinos, actividad que se centra en Montecarlo, pero en este minúsculo enclave mediterráneo se esconde mucho más que juego y noticias del corazón.

Mónaco ha sido una joya perseguida durante siglos, mucho antes de que la dinastía Grimaldi se instalara allí definitivamente en 1297, y lo ha sido principalmente por la Roca o rocher de Mónaco. Apenas 141 metros de elevación a orillas del Mediterráneo, pero un lugar absolutamente privilegiado. Los ligures, fenicios, griegos, romanos, cristianos, bárbaros (francos y lombardos), el Imperio Romano Germánico o la República de Génova son algunos de los pueblos que han dejado grabada parte de su historia en la Roca de Mónaco.

Palacio de Mónaco // Fuente: Wikimedia
Palacio de Mónaco // Fuente: Wikimedia

Mónaco cuenta con cuatro distritos históricos: Montecarlo, La Condamine, Fontvieille y Monaco-Ville, que es la parte que se encuentra en La Roca. Esta colina majestuosa que se erige sobre el resto de zonas del Principado y se asoma al mar, ha sido un lugar estratégico desde tiempos inmemoriales. Está a unos 20 kilómetros de Niza (aeropuerto al que tienes que volar si quieres visitar Mónaco) y a menos de 10 de la frontera entre Francia e Italia, así que copia mucho de la cultura de ambos países y es a la vez en un lugar único.
Ha sido cruce de caminos y ha servido de lugar de refugio, pero tan importante es la protección que ofrecía la montaña como la salida que da su puerto. No es extraño que lo primero que conquistase el primer Grimaldi, Francisco I “El Malicioso”, fuera precisamente La Roca. El primer Príncipe de Mónaco llegó de Génova, un lugar con mucha historia compartida. Los ligures habitaron lo que ahora se conoce como la Costa Azul y siguen presentes en el norte de Italia, en Liguria, una zona que todavía hoy cuenta con lugares espectaculares como el rincón de Cinque Terre, un destino ultra recomendable.
Mónaco es una mezcla de la Costa de Liguria y la Costa Azul francesa, especialmente su parte más antigua que se concentra en La Roca. Monaco-Ville apenas cuenta con unos 1.150 habitantes, entre ellos los ilustres miembros de la familia Grimaldi. Todos los conocemos por la agitada vida sentimental de muchos de sus miembros, y no sólo ahora sino desde siempre, pero lo cierto es que esta dinastía lleva rigiendo Mónaco desde Francisco I en el siglo XIII hasta nuestros días con Alberto II con la excepción de apenas unos años durante la Revolución Francesa. El Principado es lo que es, para bien y para mal, gracias a los Grimaldi, sobre todo a Carlos II que fue quien tuvo la idea de abrir el Casino de Montecarlo cuando ninguno de los países vecinos permitía el juego, cambiando así la historia de Mónaco.

Palacio del Príncipe // Fuente: Wikimedia
Palacio del Príncipe // Fuente: Wikimedia

En La Roca de Mónaco convive la Ciudad Vieja, con vestigios medievales y sus calles estrechas, con la majestuosidad del Palacio del Príncipe y otras construcciones de los Grimaldi como el Fort Antoine, una fortaleza que Raniero III transformó en anfiteatro y que ofrece un atardecer espectacular (con lo que a mí me gustan), o el Museo Oceanográfico, obra del Príncipe Alberto II, gran amante del mar, que llegó a estar dirigido durante una temporada por el prestigioso oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau. La Catedral de San Nicolás, de estilo románico bizantino, o la Capilla de la Misericordia, del siglo XVI, son otras de las atracciones de esta pequeña villa enclavada en una roca gigante.

Fort Antoine // Fuente: Pixabay
Fort Antoine // Fuente: Pixabay

Con estos antecedentes es evidente que La Roca de Mónaco es uno de los sitios más visitados del Principado, su mayor atracción turística. Sin embargo, el brillo de los coches deportivos y las burbujas de champagne comparten espacio con el encanto de las callejuelas y los mercaditos locales por los que perderse, en Monaco-Ville convive el bullicio de los turistas con la paz y la tranquilidad más absoluta. Los únicos coches que pueden subir a La Roca, principalmente peatonal, son los de los residentes y a partir de las diez de la noche están prohibidas las motocicletas; lo ideal es subir andando y disfrutar de un camino entre árboles con terrazas naturales y artificiales en la montaña desde las que observar el esplendor de Mónaco y la tranquilidad del mar.
La Roca es la esencia de Mónaco en todos los sentidos, un lugar privilegiado por la naturaleza al que los pueblos más diversos han aderezado con una Historia con mayor riqueza que la de sus famosos habitantes.

Oceanográfico de Mónaco // Fuente: Wikimedia
Oceanográfico de Mónaco // Fuente: Wikimedia