Hasta su prohibición por las reformas en la vestimenta llevadas a cabo por la nueva república de Turquía en 1925, el fez, un sombrero cónico hecho de fieltro rojo, era sinónimo de Turquía y el Imperio Otomano, aunque era popular su uso en otros países del norte de África (de donde realmente provenía) o del Oriente Medio.

Asociado durante mucho tiempo con las peligrosas tierras salvajes de Oriente, un fez sigue siendo el típico souvenir estereotipado que algunos se llevan a casa, como los típicos sombreros charros de Méjico, aunque eso sí, es probable que a las únicas personas que los veas usándolos en Turquía sean a los bromistas vendedores de helados de los centros turísticos.

La “Ley del sombrero”

Las primeras décadas del siglo XX vieron grandes reformas en Turquía, todas liderados por un solo hombre, Mustafa Kemal Atatürk.

El padre de la patria turca y fundador de la República de Turquía, introdujo numerosas políticas encaminadas a llevar a Turquía hacia la modernidad, la secularización y la adopción de nuevos códigos simbólicos y culturales. Estas reformas pretendían que Turquía se alinease con los estándares y expectativas occidentales.
La prohibición del fez fue una de estas reformas.

La ‘Ley del Sombrero’ legisló que solo se podían usar los sombreros de estilo occidental en lugares públicos, siendo además obligatorio que todos los funcionarios públicos usaran uno. Las personas comunes podían optar por ir sin sombrero, pero de ningún modo podían usar ni el turbante, ni el fez tradicional. Quedaban abolidos. Las penas por infligir esta ley iban desde castigos a cárcel e incluso ¡la pena de muerte¡.

Nos puede parecer este un asunto baladí, ¿Qué trascendencia podría tener una medida como esta?  Y, sobre todo, ¿Cómo puede esto cambiar el rumbo de una nación?

Pues al igual que con otras leyes y reformas llevadas a cabo sin paños calientes e incluso de un modo autoritario, esta ley sí tenía su importancia. Sobre todo, si pensamos en la situación que enfrentaba una Turquía que se encontraba en sus horas más bajas. Un imperio en retroceso con la mayor parte de sus territorios perdidos que además salía de una guerra en la que se posicionó con el bando perdedor.

En 1918, las tropas francesas entraron en la aún Constantinopla. (sí, aunque el nombre de Estambul ya era usado desde hacía varios siglos en el país, hacía referencia solo la parte amurallada de la ciudad, cuyo conjunto total seguía siendo referido como Constantinopla. En 1930, con el cambio del alfabeto árabe al latino, las autoridades turcas pidieron oficialmente a los países extranjeros que se refirieran a la ciudad como Estambul). Las tropas británicas entraron al día siguiente. Parecía inevitable que lo que quedaba del imperio otomano fuera dividido y repartido entre sus antiguos enemigos. Entonces nació el movimiento nacionalista turco, donde Atatürk desempeñó un papel importante, conduciendo a la Guerra de Independencia de Turquía en la que se derrocó a las fuerzas extranjeras que ocupaban lo que el Movimiento Nacional Turco consideraba la patria turca.

Atatürk no quería que Turquía se convirtiera en un territorio occidental, no nos equivoquemos, pero era consciente de la necesidad de que el país fuera considerado por sus enemigos como un país civilizado, nacionalista y de perspectiva universal. No como un pueblo debilitado y sin futuro, con costumbres retrógradas que le impedían el progreso. Sabía que tenían que mirar hacia occidente.

Los cambios fueron muchos y muy drásticos y, muchos fueron duramente criticados. Uno de ellos fue esta ley para la promoción de prendas y vestimenta occidental y la eliminación de todas las tradiciones que pudieran ser asociadas con un estado decadente o primitivo.

Así, el fez, introducido casi un siglo antes por el sultán Mahmut II como un símbolo de modernidad otomano que terminaba con la moda del turbante, con el tiempo llegó a ser visto como parte de una identidad cultural «oriental» que se quería dejar atrás.

Otro control sobre la vestimenta se aprobó en 1934 con la ley relativa al uso de «Prendas prohibidas». Prohibió la ropa basada en la religión fuera de los lugares de culto, y otorgó al Gobierno el poder de asignar solo a una persona por religión o secta para que use ropa religiosa fuera de los lugares de culto.

La eliminación gradual del fez fue un asunto lleno de aristas que vio enfrentamientos entre los partidarios de las reformas de Atatürk y los que estaban en contra. No obstante, la ley sigue vigente en la actualidad.

La severidad de las sanciones contra los que no llevan sombrero debió tener asustados a los ciudadanos, que empezaron a hacer cola frente a las tiendas para adquirir un sombrero occidental. Firmas como Vakko, mundialmente famosa, comenzaron a fabricar y vender sombreros en su tienda de Estambul en 1934 y desde entonces han multiplicado y diversificado su fortuna. Muchos sabrán que Feshane, la principal fábrica que los fabricaba en Estambul, hoy alberga un centro de exposiciones y todavía se puede ver a orillas del Cuerno de Oro, no muy lejos del café de Pierre Lotti o de la Mezquita de Eyüp.

Como curiosidad sepan que cuando los representantes de la Comisión Europea visitaron Ankara en 2004, se sorprendieron al oír hablar de la existencia de esta ley y manifestaron que una ley de este tipo era contraria a las normas europeas, y que si un ciudadano turco denunciaba la “Ley del Sombrero” en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sin duda ganaría el caso. Que sepamos, no se ha dado el caso.

 

 


 

Ana Morales

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