Inle Resort HotelEl Lago Inle, en las montañas shan del nordeste del país, es una de las zonas turísticas más bonitas de Myanmar, y una parada imprescindible para cualquier viajero. No sólo por su bellísimo paisaje de plácidas aguas rodeadas por frondosas montañas, sino también por la diversidad de etnias que están asentadas aquí y el curioso modo de vida de sus gentes. La puerta de entrada al lago es el municipio de Nyaung Shwe, y con unas dimensiones de unos 22 km de largo por 11 km de ancho es el segundo lago más grande de Myanmar.

Aunque dependiendo de la época del año en que lo visitemos será más o menos grande. Me explico, durante la época de lluvias lo veremos en su mayor extensión y profundidad, pero se va secando y vaciando a medida que avanza la estación seca, y, por tanto justo antes del comienzo de las lluvias se puede incluso caminar sobre su lecho, que en muchas partes estará totalmente seco. Sobre sus islas y orillas habitan unas 70.000 personas en 17 aldeas en su mayoría de la etnia intha, granjeros que viven de la pesca y de los cultivos lacustres que obtienen en las tierras de aluvión “robadas” al río. Estos vergeles flotantes permiten numerosos cultivos que se envían a todos los rincones del país.

Niña remandoLos inthas son famosos por su peculiar forma de remar navegando de pie y manteniendo el remo con una pierna, así como por sus técnicas de pesca. Se mueven como pez en el agua entre sus canales, aprendiendo a ser autónomos en barca desde muy pequeños. Otras etnias de la zona son los shan, taungyo, mon, pa-o, danu, kayah, danaw y bamar, y todos comparten similares creencias budistas, por lo que no es sorprendente que en torno al lago haya decenas de monasterios y estupas, destacando la pagoda Phaung Daw Oo Paya, con el festival anual de Kandawgyi. (Ver entrada “El festival de Kandawgyi») La mejor forma de disfrutar de la belleza y la tranquilidad del lago es hospedarse en algún hotel o resort sobre el mismo. Contemplar la puesta de sol desde el embarcadero o cómodamente sentados en sus terrazas es algo que no tiene precio. Los desplazamientos dentro del lago se hacen en barca con motor y es a la vez divertido y relajante.

Nan PanUno de los atractivos del lugar es pasear tranquilamente entre los distintos poblados disfrutando del paisaje y de las construcciones a modo de palafitos sobre el lago. La población que más me gustó fue la preciosa aldea de pescadores de Nan Pan donde las cristalinas y quietas aguas reflejaban como un espejo las curiosas construcciones perfectamente adaptadas al medio e integradas en el paisaje. Lotos, lirios de agua, gladiolos, madreselva…rodeaban muchas de las casas, a modo de jardín. También se veían pequeños huertos labrados en pedazos de tierra robados al lago con cultivos como el tomate, coles, guisantes o las berenjenas. Pudimos ver a la gente en las escaleras de sus casas lavando ropa, loza, niños nadando, señoras charlando…en fin, un largo etcétera de cotidianidad. En la población de Inpawkhon se trabaja a modo de cooperativas el tejido de la seda y del loto.

Indein market En otra cooperativa sobre el lago se fabricaban los típicos cigarrillos birmanos o “cheroots”, con sabor anisado, que todo el mundo fuma. También nos acercamos a un taller donde trabajaban la plata y a una forja donde podemos ver como se trabaja el acero al rojo vivo. Una visita lúdica y muy interesante es la del mercado semanal. En esta zona los mercados rotan y según el día de la semana se establece en una u otra población. En nuestro caso, visitamos el mercado de Indein, en la orilla oriental del lago, donde se veían gentes de la etnia pa-o y taungyo, con sus turbantes de colores y cestos de mimbre a la cabeza. El día de mercado es como un día de fiesta, pues los campesinos acuden desde todos los puntos del lago, algunos de las montañas, a vender sus excedentes y a aprovisionarse de mercancías. Por ello, huelga decir que el mercado estaba muy ambientado, el bullicio, el olor de las especiadas comidas cocinadas allí mismo…disfrutamos como niños. Y probamos riquísimos dulces hechos a base de cacahuetes y de coco que estaban cocinando, aún se me hace la boca agua al recordarlo. Otro día de la semana el mercado es en la población de Ywama, y se trata de un colorido mercado flotante, como algunos ya habrán visto en la vecina Tailandia.

Pero además en eIndein Ruinssta misma población de Indein se encuentran las ruinas de Indein, un misterioso campo de estupas. El acceso al mismo en lo alto de una colina es a través de unas escaleras techadas jalonadas por 430 columnas blancas. A ambos lados de las mismas había multitud de puestos de artesanía, con lacados, marionetas, esculturas, etc. Dicen que aquí hay 1.057 estupas, aunque en un lamentale estado de conservación, casi todas medio derruidas, algunas totalmente derruidas. Son de ladrillo visto, no muy grandes y rodeadas de vegetación salvaje y caminos de tierra roja. Hay una atmósfera muy especial aquí…muy novelesca, es un escenario en el que no me costaría mucho imaginar a Indiana Jones buscando algún ídolo o tesoro perdido…pero es una pena que están abocadas a desaparecer porque nadie se ocupa de esto, tan sólo se desbroza un par de veces al año. Si no fuese así, es seguro que ya no estarían visibles pues como se puede ver, en alguna de ellas, de su interior salen incluso árboles que se han hecho camino desde dentro y que acaban por vencerlas.

Remando por el lago

El suelo es tan arcilloso y blando, que imagino que durante las lluvias monzónicas se debe de aflojar mucho, con lo que es más fácil que las estupas cedan y se desmoronen, y eso que ya han sobrevivido a dos grandes terremotos, en 1975 y en 1992. Realmente es chocante encontrarse esta extensión de estupas milenarias, que en cualquier país de occidente estaría protegido, vallado y con taquilla para entrar incluida, a unos pasos del mercado de la población, y a la que cualquiera accede sin ningún control ni vigilancia. Supongo que el desarrollo del turismo en los años venideros les hará plantearse estos temas de conservación y control con mayor seriedad pues seguro que muchas generaciones venideras vivirán de estos mismos monumentos que hoy parecen tener tan poco valor.