Todas las ciudades fronterizas que he podido conocer parecen tener un atractivo especial. El caso de Elvas, en Portugal a escasos veinte kilómetros de Badajoz no lo es menos.

Es verdad que ya no se atraviesa ninguna frontera, de hecho ni siquiera se tiene la sensación de estar en otro país, si no fuese por el mensaje que nos llega a través del móvil dándonos la bienvenida a Portugal. Y es que la familiaridad y la cooperación entre pacenses y elvenses viene de lejos, Elvas siempre ha tenido una suerte de hermanamiento con las tierras extremeñas y como prueba reciente de ello, Badajoz y Elvas se constituyeron en 2013 como Eurociudad, resultado de un protocolo firmado entre la Cámara Municipal de Elvas y el Ayuntamiento de Badajoz, con el objetivo de atraer más empleo, más inversión y desarrollo hacia las dos ciudades.

Recuerdo hace muchos años, antes de que ambos países ingresaran en la UE, y antes de la moneda única que la localidad de Elvas era el lugar al que fronteratodas las amas de casa gustaban de ir a comprar por lo interesante que resultaba el cambio escudo-peseta y por la buena calidad y variedad de tejidos, menajes y artículos de regalo de artesanía que no se encontraban con facilidad en la península. Sin olvidar cómo no, el bendito café, que se pasaba de contrabando y que por ello no era difícil de encontrar en los ultramarinos al uso. Que se estaba preparando un ajuar, se iba a Elvas (encajes, bordados, juegos de sábanas, mantelerías, toallas). Que se estaba amueblando una nueva casa, se iba a Elvas, (lámparas, vajillas, alpaca), que se quería menaje para la casa (baterías de cocina, cuberterías de acero inoxidable, porcelana de Macao….) pues también.

El ir y venir de españoles con los coches cargados era incesante y esta excursión al país vecino era un clásico que solía acabar en parada gastronómica en el Restaurante Cristo, con sus raciones de dimensiones «a la portuguesa» a un precio justo o en el Quixote si el bolsillo era más holgado. Pero esto ya es historia.

Mucho han cambiado las cosas, ya no es necesario desplazarse para encontrar de todo en nuestras ciudades y pueblos y ahora son los portugueses los que cruzan esa frontera imaginaria para repostar o comprar artículos cotidianos que son más económicos en nuestras grandes superficies que en el país vecino. A Elvas se la sigue visitando, y el comercio sigue siendo una actividad muy importante para la población, pero ha tenido que reinventarse para el turismo. Razones de peso no le faltan aunque antes quizás pasasen desapercibidas a los fugaces visitantes que iban de compras. De hecho, no hace mucho, en 2012, el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Elvas se eleva sobre una colina al sur de la autopista. Entramos en coche accediendo a través  de una de las puertas de acceso a las murallas más o menos concéntricas que son uno de los recintos mejor fortificados del mundo pasando puentes elevadizos y fosos. Hasta cuatro líneas de murallas construidas en diferentes épocas posee Elvas que ya desde 1297 era ciudad fronteriza de Portugal con el reino de Castilla. La primera línea de muralla de Elvas, en el actual centro histórico, data del siglo IX, con la ocupación árabe, las siguientes datan de los siglos XII, XIV y XVII, imprimiéndole a todo el conjunto carácter militar.

elvas_muralla

Además, Elvas puede presumir de ser la ciudad con el mayor número de fortificaciones de Europa, ya que cuenta con siete bastiones y dos fortalezas; las de Nossa Senhora da Graça y la de la de Santa Luzia, ambas inexpugnables, diseñadas en forma de estrella y declaradas Patrimonio de la Humanidad. Esta segunda, de 1648, se halla en una colina fuera del pueblo, y dentro de la misma hay una edificación conocida como Casa del Gobernador.

Pero Elvas es también conocida por su gran acueducto de 40 metros de altura, 843 arcadas  y 7 kms y medio de longitud, construido entre los siglos XV y XVII; el acueducto de Amoreira, una gran obra de ingeniería que merece la pena ver.

elvas_centro

La Plaza de la República, es el centro neurálgico de Elvas, donde se encuentra la catedral, diseño de Francisco de Arruda, el mismo arquitecto al que se debe el Acueducto da Amoreira. El edificio,  con rasgos del estilo arquitectónico manuelino data de finales del siglo XV, y tuvo el título de catedral hasta 1881. Justo detrás de la iglesia-catedral encontrareis la bella iglesia de las Dominicas. Decenas de calles empinadas y empedradas os llevarán hasta la parte más alta de la ciudad. Es esta una zona de calles estrechas, con la configuración característica de las ciudades musulmanas y desde aquí cruzareis el tramo más antiguo de la muralla, (donde se encontraba la puerta de la antigua alcazaba) y llegareis al castillo de Elvas, construido por Sancho II de Portugal. Dentro no hay mucho que ver pero la entrada es gratuita y desde aquí tendréis las mejores vistas panorámicas de Elvas.

Si seguís desde la plaza de la República hacia abajo entrareis en el entramado de calles de tiendas, algunas peatonales. Muchas de ellas conservan tanto en sus escaparates como en sus fachadas un aire a antiguo que nada tiene que ver con las tiendas modernas y que resulta encantador. Como estaban hace treinta años. Mercancías de artesanía expuestas con primor y un cierto abigarramiento. Y mucho textil del hogar. Es muy agradable pasear por la ciudad y tomar una buena vica de café con un suculento pastel muy similar a los que podéis comer en Belem. Si os quedais a comer no puedo dejar de recomendaros el restaurante Adega Regional. Un restaurante de comida tradicional en el que la carta varía en función de la época del año donde degustar la mejor gastronomía portuguesa. Seguro que no os defraudará.

Cerca de Elvas y a unos 14 kilómetros de Badajoz está la población de Campo Maior. Es un pueblo agrícola no muy distinto de cualquier otro pueblo de la provincia de Badajoz, con sus casas bajas encaladas y calles empedradas, pero Campo Maior ostenta el título de capital europea del café y una decena de marcas, entre las que destacamos Delta y Camelo tienen sus sedes aquí. Sólo el grupo Nabeiro da empleo a un tercio de la población. Esta visita está especialmente recomendada si sois amantes del buen café y la gastronomía ya que puede decirse que todo el pueblo vive de las fábricas de café y la agricultura de la vid y el olivo.

 

 


 

Ana Morales

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