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El Ganges agoniza. El río más largo y caudaloso del subcontinente indio, que es parte esencial de la vida cultural y religiosa de los hindues, se encuentra en estado terminal y es uno de los más amenazados en el mundo por el cambio climático. Las presas y las canalizaciones para la agricultura, hacen disminuir su caudal día a día. Además, la contaminación industrial y las aguas fecales sin tratar, que impunemente son vertidas al río, contaminan seriamente sus aguas y acaban con la vida que lo puebla. Un grupo de españoles, encabezado por Álvaro Enterría, presentó hace unas semanas una carta firmada por miles de personas ante la embajada india en Madrid pidiendo acciones inmediatas para su recuperación.

Baños y abluciones al amanecer en el Ganges a su paso por Varanasi. FOTO  ©  Ángel López Soto

 

La lenta agonía del Ganges

Por Ana Morales para GEA PHOTOWORDS

 En un país  frecuentemente azotado por los designios de la naturaleza, sean  interminables sequías o imprevisibles  monzones, el  agua es un bien sumamente apreciado, casi un don divino. De entre todos los ríos  de la India, el más importante  es el Ganges, el río sagrado por excelencia. Nacido en la pureza de la remota Gangotri, que bebe de los glaciares tibetanos, atraviesa la llanura Gangética para desembocar en Bangladesh, en el golfo de Bengala, el cual, con una superficie de 59.000km2 es el mayor delta del mundo. Este recorrido de  2510 kms  lo convierte en el río más largo y caudaloso del subcontinente, que junto con  sus afluentes riegan una cuenca de casi un millón de kilómetros cuadrados que sirve de sustento a millones de personas en esta masificada región. Uno de cada doce habitantes del planeta vive aquí. A cuatrocientos millones de personas, el sagrado entre los sagrados  les provee de agua dulce, sustento y recursos naturales. Pero el Ganges lleva años agonizando. El río, junto al Brahmaputra y el Meghna, arrastra toneladas de sedimentos que modifican y compactan el terreno, y actúan como un poderoso agente contra el deterioro ambiental de las riberas, donde millones de humildes familias, se establecen en precarias construcciones temporales. En la vecina Bangladesh, donde un porcentaje altísimo de la población del país vive a una altura de diez metros sobre el nivel del mar, es evidente el riesgo que suponen las aguas. Sin sedimentos, las orillas se van erosionando y esto no sólo afecta a la biodiversidad, sino que también ha hecho perder a algunas aldeas parte de sus tierras de cultivo y de las viviendas más cercanas a la orilla.

 

Presas abusivas

La construcción masiva de presas para la generación de eletricidad principalmente, en un país deficitario en producción de energía, resta fuerza al caudal natural del río e impide que los sedimentos lleguen a la desembocadura, lo que favorece la erosión y salinización de esa área y con ello la muerte o migración de especies autóctonas, advirtió la WWF en un informe hecho público estos días. Al llegar al final de su ciclo, en el delta de Sunderbans, WWF calcula que el 95% del agua del Ganges ha sido desviada del caudal, lo cual repercute en una subida del nivel del mar que inunda el delta y un incremento de la salinidad que acaba con los ecosistemas. En las orillas del Ganges hay miles de aldeas y más de 120 ciudades asentadas, seis de ellas con más de un millón de habitantes. En su discurrir por áreas densamente pobladas, el Ganges además sufre la contaminación humana -bacteriológica, fecal-, por lo que el consumo de unas aguas no aptas para ello presenta un alto riesgo de infecciones. Los cultivos, regados con agua contaminada, crecen en un suelo infectado y acaban en la cadena alimentaria. El Ministerio de Medioambiente indio estima que de los 2.900 millones de litros de residuos fecales que diariamente son vertidos en el río por las ciudades que hay en sus orillas, sólo 1100 millones reciben un tratamiento debido a unas infraestructuras insuficientes y obsoletas. Una inversión en estas infraestructuras básicas supondría liberar al río de una fuerte de contaminación constante y letal.

Oraciones y ofrendas de los peregrinos. FOTO  ©  Ángel López Soto

Se han hecho propuestas para remediar una ya de por sí insostenible situación, pero hasta la fecha, sin éxito. Benarés, la ciudad santa  que recibe cada año cientos de miles de peregrinos, de todos los pueblos, castas y religiones del subcontinente indio, con sus contradicciones, su religiosidad y sus miserias, es uno de los ejemplos más sangrantes. Es bien conocido que las numerosas industrias peleteras situadas junto al río desvían a sus aguas desechos y vertidos de cromo y otros metales que permanecen en su lecho, así como  aguas fecales sin tratar, que son descargadas enel río en 32 puntos a lo largo de los siete kms de ghats desde los que la gente se adentra sus aguas. A su paso por la ciudad, el río contiene 60.000 bacterias fecales por cada 100 mililitros, 120 veces más del límite considerado seguro para el baño según la OMS.

Además, fruto de las creencias religiosas un número incontable de cadáveres, cenizas y restos  animales se lanzan al río cada día. Millones de botellas de plástico y de objetos de culto son engullidos por las aguas. El río está completamente lleno de desechos humanos, que, no obstante no son un impedimento para que la gente se sumerja diariamente en sus aguas, se lave los dientes o incluso beba el agua.

 

Soluciones

Tras el fracaso del “Ganga Action Plan”, promovido por el primer ministro Rajiv Gandhi al principio de los años 80 del pasado siglo, fracaso atribuido entre otras cosas a una planificación medioambiental que no tuvo en cuenta las interacciones del hombre con su entorno, sus tradiciones y creencias, la corrupción, la ausencia de conocimientos técnicos y la ausencia de apoyo de  las autoridades religiosas, el gobierno de la India instituyó hace tres años el National Ganga River Basin Authority (NGRBA), bajo la presidencia del primer ministro Manmohan Singh, para intentar acabar con la polución del río. Pero lo cierto es que no parece haber servido de mucho. De hecho, actualmente está en proyecto la construcción de otras 39 presas.

La situación se presenta crítica y de no tomarse las medidas correctivas necesarias, informes del clima publicados por la ONU en 2007 ya advierten de que “el aumento global de las temperaturas está dejando sentir sus efectos sobre los glaciares tibetanos, y con ello sobre el Ganges. Se cree que la desaparición progresiva de los glaciares pondrá en peligro el suministro acuático de los ríos Indo y Ganges, ya que los glaciares del Himalaya que alimentan el Ganges podrían desaparecer en el año 2030. A partir de ese momento, la corriente del río sería estacional y fruto puramente del monzón, lo que tendría unas terribles consecuencias para los quinientos millones de personas que dependen directamente del río para subsistir.

Invierno en Varanasi. FOTO  ©  Ángel López Soto

 

Carta entregada al embajador de India en España por Álvaro Enterría:

Excelentísimo señor: Los abajo firmantes somos un grupo de españoles que hemos sido profundamente influidos por la India y su cultura. Con nuestros limitados medios, intentamos dar a conocer la cultura de la India en España y en otros países de habla hispana. El país que hoy se conoce como India es heredero de una antigua civilización, cuyos valores y objetivos son —así lo creemos— plenamente válidos en el mundo de hoy, e incluso tienen la capacidad de mostrar una salida de la profunda crisis en la que se encuentra sumido el mundo moderno. Al estar nuestras vidas unidas a la India, seguimos de cerca y nos preocupa todo lo relacionado con este país. Nos apena ver que la India ha optado, en muchos campos, por el modelo económico occidental de desarrollo ciego a cualquier coste, que está mostrando claramente sus limitaciones tras provocar una gran crisis ecológica y humanística (incluso sus ventajas económicas no están claras, como demuestra la actual crisis económica). Un signo muy claro de ello es la situación en que ahora se encuentra el río Ganges (Gangá). Considerado un símbolo de la civilización india, reverenciado como la gracia divina inmanente, sus aguas conocidas por sus propiedades especiales y apreciadas por todos, incluidos reyes y emperadores musulmanes, está siendo tratada hoy en día como una mera corriente de agua sin vida, sólo válida para ser explotada con vistas a la obtención de beneficios económicos a corto plazo. Durante las últimas décadas, el río Ganges se ha convertido en un caudal cada vez más polucionado, no ya purificador sino a menudo ni siquiera agradable de contemplar. Las grandes presas que se han construido en el Himalaya han interrumpido su flujo, destruyendo las propiedades curativas de sus aguas y ralentizando notablemente su corriente, con la consiguiente e importante disminución de su capacidad de autorregeneración (la cual, como se ha demostrado repetidas veces, es mayor que en cualquier otro río del mundo). Sin embargo, muchas más presas se están construyendo y se planean construir en todos los afluentes del río en el Himalaya. Se están destruyendo muchas cosas (algunas de las cuales tienen también un valor económico) a cambio de un beneficio económico menor. Tras el fracaso del “Ganga Action Plan”, promovido por el primer ministro Rajiv Gandhi al principio de los años 80 del pasado siglo, el gobierno de la India instituyó hace tres años el National Ganga River Basin Authority (NGRBA), bajo la presidencia del primer ministro Manmohan Singh, para intentar acabar con la polución del río. Este es un paso muy alentador. Sin embargo, en estos tres años solamente se han convocado tres reuniones, y no se ha tomado ninguna decisión importante. En 2012, para protestar contra esta situación, Swami Gyanswarup Sanand empezó una tapasyá mediante una huelga de hambre hasta la muerte. Es digno de mención que Swami Sanand era, antes de tomar sannyasa, el Dr. G. D. Agrawal, un reconocido científico especializado en estos temas. Más tarde, Swami Sanand dejó de beber agua y estuvo al borde de la muerte. El gobierno prometió tomar decisiones y se convocó una reunión del NGRBA en la que se discutieron los problemas. Pero, a pesar de que la mayoría de sus miembros hablaron a favor de las propuestas de Swami Sanand, no se tomó ninguna decisión. Swami Sanand volvió a dejar de tomar agua, y junto con él muchas más personas han dejado de tomar alimento y bebida, dispuestos a sacrificar sus vidas por Gangá. Varios de ellos están confinados a la fuerza en hospitales y pueden morir en cualquier momento. Muchas personas relevantes, intelectuales, artistas, etc., así como muchas instituciones, los apoyan activamente. Es digno de mencionar que muchos musulmanes, cristianos y personas de otras religiones están tomando una parte activa en este movimiento. La protección del río Gangá no concierne exclusivamente a una comunidad religiosa. El río Gangá tiene una inmensa importancia para la India, pero también para el resto del mundo. India, cuya antigua cultura considera que todo lo existente en el mundo está vivo y es un símbolo de la Divinidad, tiene el potencial de mostrar al mundo una salida de la crisis ecológica, la cual tiene su origen en la idea de que la naturaleza es algo destinado meramente a la explotación económica. Confiamos en que el gobierno de la India hará todo lo posible para conservar el río Gangá, símbolo de la India, en su forma pura original. Confiamos también en que el gobierno de la India no dejará morir a las personas que están sacrificando sus vidas para la protección del río Gangá. Agradeciéndole sinceramente su atención, reciba usted un cordial saludo.