Aunque reconozco que la primera vez que escuché hablar de ellos fue en Estambul, lo cierto es que estos místicos no son propios sólo de Turquía. Los derviches son sufíes islámicos.
El sufismo es una corriente espiritual, que, al igual que el zoroastrismo, también nació en Persia antes de la era cristiana, y, que ha dado lugar a una rica cultura especialmente en Turquía y en Pakistán.

El término “sufí” o “sufismo” no se conoce en los orígenes del Islam, no aparece en el Corán ni tampoco en las tradiciones proféticas. El término habría sido acuñado recién durante el siglo II de la Hégira (c. 750 d.C.).
Posteriormente, esta corriente se integró en el Islam. Actualmente hay una comunidad sufista de cincuenta millones de personas en todo el mundo. Derviche significa literalmente “el que busca las puertas”, y se suelen organizar en órdenes llamadas tarigas que a través de elaborados rituales de recitación y danzas persiguen generar estados místicos que faciliten el camino del iniciado hacia la unión con Dios. Los derviches buscan la unión de los seres humanos con dios, mediante la elevación del alma a estados más elevados de consciencia.

La danza tiene un profundo significado espiritual y místico, la mano derecha se coloca con la palma hacia arriba, hacia el infinito, y la mano izquierda con la palma hacia abajo, hacia la tierra. El danzante se convierte en un canal de transmisión de lo divino, un mediador entre el cielo y la tierra, recogen la baraka, o bendición del cielo y la llevan a la tierra para distribuirlo entre los demás.

El vestuario, también tiene su simbolismo. De hecho, al llegar al templo los derviches visten de negro, el color de la última morada, y, poco a poco se van despojando de esta última capa para que aparezcan otros ropajes blancos, pureza conseguida tras la muerte del ego. Los gorros cónicos que llevan simbolizan el control de las emociones y del pensamiento que todo iniciado debe poseer. La danza giratoria, es una ceremonia de danza y meditación y se llama Sema, y, aunque lo que normalmente podemos ver los extranjeros es sólo un atisbo de la danza real, en la original pueden girar durante horas. Los derviches, en círculos, se mueven girando al ritmo de la música, y van aumentando la velocidad e intensidad del giro hasta que todo termina en una máxima exaltación espiritual.

La ceremonia intenta reflejar la naturaleza giratoria de todo lo que se encuentra en la naturaleza, desde las galaxias, al pensamiento y finalmente a los átomos. El sufismo es  y seguirá siendo una crítica al espíritu mundano del cual nace todo lo que nos hace olvidarnos de la Divina Realidad. Es y debe ser una vía de escape del laberinto de una cultura materialista en bancarrota y una invitación a lo significativo y al bienestar

En la ciudad de Konya, de camino a la Capadocia visitamos la tumba de Mevlana Rumi, uno de los más importantes sabios sufís de todos los tiempos, que murió aquí en 1273. El museo de Mevlana, situado en el Convento del mismo nombre, es obra del mismo Sinán autor de las grandes mezquitas de Estambul. Anexa al convento está la Mezquita del Sultan Selim, reconocible por su preciosa torre turquesa.

Pero, regresando a Estambul, si queréis presenciar una de estas danzas de Sema, la mejor manera es en una sala llamada Hodja Pasha Art & Culture Center, junto a la emblemática estación de tren Sirkeci , realizado por el Grupo Sufí de Estambul. Obviamente el público no alcanza unidad con Dios, pero la atmosfera que se crea, la  música y la danza, fluida y rítmica, invitan a la relajación y a vaciar la cabeza de pensamientos, aunque sea tan sólo por una hora.

La orden mevleví fue prohibida en Turquía por Kemal Ataturk en 1923 junto con sus reformas; pero en los años cincuenta, el gobierno se dio cuenta de que la danza derviche era una buena atracción turística y les permitió nuevamente realizar su ceremonia en Konya, en el aniversario de la muerte de Rumi. Hoy en día los derviches se presentan regularmente en los sitios de atracción turística, incluidos festivales de música en el extranjero. El Sema fue inscrita en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

 

 


 

Ana Morales

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