Articulo_GEA_Photowords

Según datos recientes de Amnistía Internacional, más de 300.000 menores participan en conflictos bélicos en unos 86 países del mundo. El Día Mundial contra la Utilización de Niños y Niñas Soldado se celebra hoy, 12 de febrero, para evitar que miles de menores en todo el mundo sean utilizados, de un modo u otro, en conflictos armados. Pero no es una práctica que sólo se produzca en países del Tercer Mundo. Sorprende saber que en los ejércitos de al menos 60 países  de los considerados desarrollados como EEUU, Gran Bretaña o Australia hay enrolados chicos y chicas que no tienen la mayoría de edad.

En Knob Creek, Kentucky, padres e hijos disparan a una media de 50 dólares la sesión.
En los ejércitos de EEUU, Gran Bretaña o Australia hay enrolados menores de edad.
FOTO  ©  Javier Arcenillas, miembro de GEA PHOTOWORDS

 

Niños soldado siguen perdiendo guerras

Por Ana Morales para GEA PHOTOWORDS

Según los Principios de Ciudad del Cabo (27 Abril de 1997) se entiende por niño/a soldado a “toda persona menor de 18 años que forme parte de cualquier fuerza o grupo armado, regular o irregular, con independencia de las labores que desempeñe; y toda persona menor de 18 años que acompañe a esas fuerzas o grupos cuando ello no sea en condición de familiar incluyéndose en esa categoría a las niñas y a quienes se haya reclutado con fines sexuales o para obligarlas a casarse”. El Día Mundial contra la Utilización de Niños y Niñas Soldado se viene celebrando desde 1998 y también se le conoce como el Día de las Manos Rojas, símbolo propuesto por Naciones Unidas para denunciar el problema. Niños y niñas soldado existen en numerosos países como Myanmar (70000), República Democrática del Congo (40000), Colombia (10000), Darfur (6000), Uganda (1000) Afganistán, Chad, Filipinas, India, Irak, Palestina, República Centroafricana, Somalia, Sri Lanka, Sudán, o Tailandia entre otros. Según datos recientes de Amnistía Internacional, más de 300.000 menores participan en conflictos bélicos en unos 86 países del mundo. No hay datos disponibles sobre el número exacto pues en muchos de los países donde hay más menores reclutados no hay registros de nacimientos ni identificaciones que permitan cuantificarlo. Cuando termina el conflicto no cuentan como bajas, se desconoce su paradero y no se les puede rehabilitar. Los niños capturados por el ejército contrario mueren, son torturados o reeducados para trabajar para el nuevo ejército. Se sabe que gobiernos o grupos armados de al menos 15 países siguen reclutando menores a día de hoy, una práctica habitual en el seno de muchos conflictos en todo el mundo. En alguno de ellos, tras  años de guerra se han agotado los adultos en edad de combatir y sólo quedan niños. En otros casos los menores en situación de desamparo se adhieren de forma “voluntaria” a estos grupos armados ante la desintegración de sus familias a causa del conflicto, las condiciones de pobreza y el desplome de servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud.

‘Ventajas’ de los niños soldado

Pero lamentablemente, la realidad es que los infantes les aportan “ventajas extra”:  son fácilmente maleables y reemplazables, obedecen sin rebelarse ni organizarse, y además  suelen ser fanáticos en su adhesión al grupo. Se les usa en las tareas más peligrosas o penosas, como desminar, espiar o misiones suicidas. Y además, tristemente sirven de objeto sexual para los adultos. En las líneas de combate, los reclutadores son implacables, obligándoles a cometer toda clase de abusos, violaciones y asesinatos contra soldados enemigos y civiles, muchas veces bajo los efectos de drogas y alcohol que les hacen insensibles ante la realización de estos crímenes. Va en aumento el movimiento de grupos armados a través de las fronteras para reclutar niños en campamentos de refugiados y desplazados internos, como los de las regiones africanas de los Grandes Lagos y el Cuerno de África o a lo largo de la frontera entre el Sudán y el Chad. En 2011 se produjo un aumento en el reclutamiento y la utilización de niños congoleses y ruandeses en la provincia de Kivu del Norte en la República Democrática del Congo por parte de fuerzas leales a Laurent Nkunda, así como por el Ejército de Resistencia del Señor en el Sudán meridional, República del Congo y República Centroafricana.

Otra imagen de Knob Creek, Kentucky. FOTO  ©  Javier Arcenillas, miembro de >GEA PHOTOWORDS

Estos traslados de niños vulnerables a través de las fronteras por parte de gobiernos y grupos rebeldes durante conflictos armados constituyen una de las peores formas de trata de niños. Son menores que exponen diariamente su vida, que no asisten a la escuela, y que han sido arrancados de sus familias con todo lo que ello representa para el desarrollo psicológico del menor. En los conflictos armados de África, la infancia se ve más afectada por las consecuencias de la guerra que por el fuego directo. El VIH y los traumas psicológicos son la huella de la violencia sexual en los conflictos, donde el 40% son chicas, las cuales no solo disparan, sino que también son empleadas como esclavas sexuales. El 12 de febrero de 2002 entró en vigor el Protocolo Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño, impulsado por Naciones Unidas, que elevaba la edad mínima de reclutamiento y participación en hostilidades de 15 a 18 años. Este protocolo lo han ratificado ya 142 países y supone la herramienta jurídica de protección más importante para los menores en conflicto. Pero las últimas investigaciones de la ONU y de la Coalición Internacional para Acabar con la Utilización de Niños Soldado, creada en 1998, demuestran que a pesar de la ratificación en algunos de estos países se utilizan niños soldado en los conflictos que se libran en su interior.

La esperanza

En 2010, más de 11.000 niños y niñas soldados fueron liberados y rehabilitados en países como Sudán, República Democrática de Congo o Myanmar. Las secuelas tanto psíquicas como físicas derivadas de la participación en un conflicto tienen un gran impacto tanto en su futuro personal como en el de las comunidades en las que viven y en sus posibilidades de desarrollo. Por ello, una vez se desmoviliza a los menores soldados, se ha de trabajar tanto en su rehabilitación física y psicológica como en su reinserción en el ámbito de la familia y en el de la comunidad de la que se sienten desarraigados. De lo dificultoso de este proceso sabe mucho el religioso español padre Chema Caballero, (www.ongdyes.es) quien ha conocido en primera persona los estragos de la guerra civil en Sierra Leona. En  1999 fundó en Freetown un centro de acogida para los niños y niñas secuestrados por la guerrilla para ser usados como soldados y como esclavas sexuales. Desde entonces, este misionero Javeriano ha hecho posible la rehabilitación de más de 3.000 jóvenes y hoy, diez años después de la finalización del conflicto se encuentra desarrollando una segunda fase de su proyecto, en la que prestan apoyo a los menores que no hallaron a sus familias tras el conflicto o han sido rechazados por ellas, enseñándoles en muchos casos un oficio y respaldándoles  en pisos tutelados hasta que consiguen salir adelante por ellos mismos. Se lamenta de que a nadie le interesan estas víctimas colaterales de los conflictos porque el tema no vende. En España, la causa contra la utilización de los niños y niñas como soldados está promovida por Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación el Compromiso y Save the Children. Su objetivo es sensibilizar y movilizar a la población española frente a esta realidad y conseguir mantenerla en las agendas políticas.

Las cifras actualizadas por países se pueden consultar en el informe de la Ong Entreculturas.