No se trata de hacer un ranking absurdo, ni una clasificación, sino quizás más que nada de reflexionar, porqué tristemente en nuestra rutina diaria apenas reparamos en el astro rey y sin embargo cuando estamos de relax o de vacaciones es uno de los momentos más esperados del día.

A mí, me sucede que cuando estoy de vacaciones el esperar la puesta de sol se convierte casi en un ritual. La guinda del pastel. Un premio a un día intenso pateando calles y descubriendo rincones que siempre estuvieron allí pero que para uno son tan nuevos. Para cuando el sol comienza a descender yo ya he encontrado un lugar especial desde donde contemplarlo. Y conste que no quiero decir ni mucho menos que para ver puestas de sol espectaculares uno tenga que estar necesariamente en un país exótico, simplemente parece que estamos con los sentidos más agudizados y saboreando los momentos con mayor intensidad. Porque son imágenes que se graban en nuestra retina para no desaparecer jamás.

He elegido algunas de las puestas de sol que recuerdo como más especiales, algunas son la seña de identidad de esa ciudad o de ese país y otras muchas afortunadamente están aún por descubrir, siendo totalmente consciente de que es una apreciación subjetiva, como dice el refrán «La belleza está en el ojo de quien la contempla». ¿Cuáles son las vuestras?

 

Bagan, Myanmar

La zona arqueológica de Bagan, en Birmania es famosa por la belleza de sus atardeceres. Desde la terraza superior de algunos de sus fantásticos templos se extiende un paisaje salpicado de templos que en el mes de octubre, aún con los últimos coletazos del monzón está frondoso y exuberante a más no poder, casi fluorescente. Mires en la dirección que mires sólo ves verdor y el enorme sol que en todas las tonalidades posibles desde el naranja hasta el rojo lentamente se va escondiendo tras las montañas que se yerguen al otro lado del río Irrawady.

 

U Bein, Myanmar

Otra de las postales de este país es sin duda la puesta de sol desde el famoso puente de teca U-Bein, en Amarapura. La gente, turistas y locales acaban confluyendo en este precioso enclave y lo pasean tranquilamente arriba y abajo. Los niños regresan del cole con sus uniformes verdes, los monjes salen de los cercanos monasterios y mucha gente hace «pesca contemplativa» desde la plataforma del mismo. Al fondo, las colinas de Sagaing con sus cúpulas relucientes y el reflejo del sol en las aguas del lago Taungthaman. Balsámico.

 

Orchha, India

Esta minúscula población en medio de ningún sitio alberga unos palacios y templos que bien merecen una visita, pero es reconocida por los imponentes cenotafios que se asientan a lo largo de una

de las orillas sobre el rio Betwa. A la puesta de sol los vecinos ultiman tareas domésticas en la orilla, los niños juegan  e incluso algún asceta pasea por su orilla esperando el momento mágico en el que el inmenso sol se oculta tras las formas afiladas de sus tumbas reales.

 

Estambul desde la torre Gálata

Esta puesta de sol  es una de las señas de identidad de la ciudad, pero es ineludible mencionarla porque Estambul tiene uno de los paisajes urbanos más bellos y sorprendentes del mundo. El día cayendo sobre sus extraordinarias mezquitas y las vistas panorámicas sobre el Bósforo y el Cuerno de Oro al tiempo que la llamada a la oración se esparce por megafonía a los cuatro puntos cardinales pone la carne de gallina. Preciosa

 

Estambul desde Üsküdar

Pero tengo que mencionar otra puesta de sol maravillosa esta vez en su orilla asiática que os encantará: junto a la diminuta isleta de la Torre de Leandro hay varios kioskos-tetería que han revestido una zona de gradas junto al mar de Mármara con alfombras y colchonetas. Estáis invitados a sentaros, a descansar mientras disfrutais de un té y a contemplar las vistas, son gratis. Desde aquí hay unas vistas extraordinarias del serrallo, los ferrys y yates que surcan sus aguas y los rascacielos de la zona europea. Magnífico.

 

 El Nilo, Egipto

Todos aquellos que hayan estado de crucero por el Nilo me darán la razón, uno de los mejores momentos del día es cuando se terminan las excursiones y se comienza a navegar. El sol se pone temprano y es tan intenso que es difícil de olvidar. Desde la cubierta del barco, la luz, la brisa del río y el paisaje de adobe y palmeras de sus orillas es una delicia.

 

Atardecer en el Tannah Lot

La puesta de sol desde la playa volcánica donde se encuentra «el templo en el mar» es de lo más bonito de Bali pues el templo hinduista esculpido en la piedra se queda aislado cuando sube la marea y las olas rompen con fuerza sobre él. El edificio desgastado por la erosión contínua del mar queda armónicamente integrado en este paisaje de playas entre rocas y acantilados. Muy romántico.

 

Playa de Jimbarán

He elegido la playa de Jimbarán pero podría ser cualquier otra playa de Bali. A pesar de no ser especialmente bellas y de desaparecer prácticamente cada día debido a las fuertes mareas para ser de nuevo repuestas puntualmente, los atardeceres que he podido contemplar son de una inusitada belleza. Será su latitud o el hecho de estar casi en las antípodas del mundo pero el cielo se torna naranja, rosa, malva y casi rojo antes de desaparecer tras la línea del horizonte. Bellísimo.

Marruecos, plaza Djemaa El Fna

La plaza Djemaa el Fna es el corazón de la ciudad de Marrakech, la entrada al laberinto de la medina y sus distintos zocos. Pero no es otro lugar de paso más. Declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en su perímetro podemos disfrutar de una suerte de teatro al aire libre donde las multitudes se reunen en torno a los corrillos que se forman junto a los cuenta cuentos, músicos, encantadores de serpientes…etc. Desde cualquiera de las terrazas elevadas de los restaurantes que la rodean es una delicia contemplar la caída del sol y ver cómo la plaza se va iluminando con las luces de los cientos de puestos de comida, el olor a brasas, la música. El mejor lugar para acabar el día en la ciudad roja.

 

Marruecos, atardecer en el desierto

Si hay algo que uno no debería perderse en el deambular por este mundo, es sin duda ser testigo de una puesta de sol en el desierto. La cálida luz del sol al caer el día va acariciando lentamente las dunas de arena, transformando su faz dura y agreste  en un manto dorado, casi irreal, que lo inunda todo. Tumbada sobre la arena, envuelta en un juego de luces y sombras me invade una sensación de paz y serenidad,… mientras las primeras estrellas van apareciendo en el intenso cielo azul, precursoras de una noche infinita.