Marrakech es una ciudad fascinante, a la que uno siempre añora y a la que desea volver una y otra vez, de hecho, escribiendo ahora estas líneas ya se me ha despertado el gusanillo de nuevo…. A esta fascinación sin lugar a dudas contribuye el hecho de que por toda la ciudad descubriremos rincones mágicos en los que poder hallar un poco de serenidad y merecido descanso después de caminar entre el bullicio de sus calles o sus zocos.

La verdad es que conocí unos cuantos lugares muy recomendables a los cuales no dudaré en regresar en cuanto tenga de nuevo la oportunidad. Cada uno de ellos con una esencia propia consiguen que el viajero se sienta extrañamente parte del lugar, como si estuviese en casa. Lugares llenos de magia donde no te importaría quedarte una eternidad…

Hoy quiero compartir un lugar que a mí me encantó y al que volví cada día que pasé en la ciudad roja, me refiero a un sencillo café con terraza panorámica sobre la Rahba Lakdima, o Plaza de las Especias, de donde toma su nombre. El local es un estrecho edificio pintado de rojo intenso, con terracita a pie de calle y creo recordar dos pisos, el último de los cuales es la terraza sobre dicha plaza. El café, y el té a la menta son realmente deliciosos, y el personal, joven, simpático y amigable, pero, sin duda lo mejor de todo es su terraza con parasoles de paja.

Esta plaza, en la que predominan las tiendas de especias, hennas y ungüentos en el borde exterior de la misma, es muy colorista y seguro llegareisa ella sin ni siquiera proponéroslo si accedéis a los zocos desde la propia plaza Djema-el-Fna. En el centro, mujeres bereber tejen sombreros de paja y gorros de lana así como distintas artesanías. En uno de los laterales de la plaza, además encontrareis la entrada del zoco de las alfombras, pero además veréis vendedores de turrón, que en Marruecos se consume todo el año, tatuadoras de henna… es delicioso observar todo este pequeño universo desde la tranquilidad de la pequeña terraza, y sintiéndose un poco al margen porque por más que a uno le guste el tumulto o las compras, es una actividad a la que si le añadimos el sol vengador, es agotadora. Y aquí uno puede estar temporalmente en el papel de observador mientras recobra las fuerzas y se empapa de los aromas y sonidos de este microcosmos de la plaza.

Por cierto, además de las vistas sobre la plaza, hay que hablar de las vistas espectaculares del Atlas al fondo, la Koutubia y distintos minaretes, sobre todo a la puesta de sol.

La dirección es:

Café des Épices
75 Rahba Lakdima, Medina de Marrakech

 


 

Ana Morales

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