Quizás resulte un poco extraño que comience los artículos que pretendo dedicar a Cracovia precisamente por la parte de la ciudad que menos tiene de monumental y de los atractivos que al centro histórico de Cracovia le sobran. Sí, Cracovia sorprende por su belleza y monumentalidad, es una ciudad universitaria muy antigua, amante del arte, la belleza, la cultura, pero también fue durante cinco largos años y cinco meses la ciudad del horror, la sinrazón y la muerte, un pasado oscuro que la ha marcado para siempre y del que jamás se podrá librar.

En tres de sus barrios, que cualquiera puede visitar, podréis tomar contacto con el sufrimiento que experimentó la comunidad judía durante la segunda guerra mundial: Kazimierz, donde residía la mayor parte de los judíos de la ciudad; Podgorze, donde fue construido el gueto de Cracovia; y Plaszow (hoy integrado en Podgorze), donde fue instalado el campo de concentración de Plaszow.

Kazimierz y Podgorze, separadas tan sólo por un breve puente, aglutinan una parte de la dolorosa historia no ya polaca sino mundial, que a ninguno nos es ajena. Visitarla creo que es de las actividades más interesantes a la vez que obligadas de vuestro viaje. Quizás no os planteéis conocer Auschwitz, el mayor centro de exterminio de la Alemania nazi situado a sesenta kilómetros de aquí, pero Kazimierz es un barrio que apenas queda a quince minutos del centro de la ciudad caminando agradablemente, por lo que creo que no hay excusas. No veréis magníficos edificios históricos, ni palacios, ni iglesias. Ni siquiera os contarán historias de reyes ni leyendas de dragones. La historia de Kazimierz es mucho más aterradora y real, y os saldrá al encuentro en cada uno de sus rincones narrando un capítulo vergonzoso de la historia de la humanidad.  Estamos viviendo, de nuevo, el auge de las ultraderechas y los nacionalismos en Europa, síntoma de que nos está empezando a fallar la memoria colectiva, por ello es muy necesario conocer para no olvidar, y, sobre todo difundir para que nunca vuelva a ocurrir algo así.

 

Breve historia de Kazimierz

Hay que decir que si bien el Kazimierz actual pertenece a la ciudad de Cracovia, en el pasado no era así. Era una villa similar en tamaño a Cracovia, de población católica, que fue fundada por Casimiro el Grande en el primer tercio del siglo XIV. Entonces quedaba separada de la ciudad por una isla que estaba en el norte del río Vístula y que ya no existe, de ahí que quedase aparte de la ciudad y que hoy esté integrada en ella.

La población católica ocupaba el lado oeste y pronto la comunidad hebrea, invitada por el propio Casimiro III a establecerse allí, empezaron a ocupar el este de la ciudad, porque si bien se convivía sin mayores problemas, ambas comunidades vivían juntas pero no revueltas. De hecho Casimiro el Grande, un monarca hábil y de amplias miras (que fundó la universidad de Cracovia y legisló y expandió las fronteras de su territorio), favoreció a la población judía. Aunque los judíos habían vivido en Polonia desde antes de su reinado, este les permitió establecerse en Polonia en gran número y los protegió. Mientras que estos eran expulsados de muchas partes de Europa, (se les acusaba de propagar la peste negra), el rey polaco no sólo no los expulsó sino que en octubre de 1334, cuando apenas se había cumplido un año de su coronación, confirmó los privilegios concedidos a los judíos polacos en 1264 por Boleslao V el Casto. Los judíos de Cracovia comenzaron a llegar a Kazimierz a mediados del siglo XIV y hasta principios del siglo XIX vivieron en el llamado “barrio judío”.

En 1494, los judíos fueron acusados de haber originado un incendio catastrófico y, tras el ataque y saqueo de sus viviendas, fueron expulsados a Kazimierz. Kazimierz se convirtió en un importante centro de cultura hebrea en Polonia y en el mundo. Estos florecieron con el comercio y construyeron sinagogas, escuelas, cementerios, y bonitos edificios. En el año 1800 Cracovia se anexionó a Kazimierz. Los muros del antiguo barrio judío se demolieron en 1822, al tiempo que el brazo de río Vístula que los separaba de Cracovia era drenado y rellenado. Desde principios del siglo XIX y durante el XX, la población judía siguió ocupando gradualmente todo Kazimierz y el distrito vecino de Stradom. Los judíos fueron impulsores del desarrollo del distrito como inversores, empresarios de la construcción y arquitectos. Su actividad social y económica les permitió conseguir la igualdad de derechos civiles en la década de 1860.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Cracovia tenía unos 70 mil ciudadanos judíos (la cuarta parte de la población total de la ciudad).

Pero ocurrió un hecho con consecuencias nefastas para todas las naciones involucradas pero que se ensañó especialmente con este grupo: el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Kazimierz fue una de las zonas que más sufrieron la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

 

La ocupación nazi de Kazimierz

La ocupación nazi tuvo unas consecuencias bestiales para los judíos de Cracovia: en marzo del año 1941, los nazis expulsaron a los judíos de la ciudad y los encerraron en un gueto creado en el distrito de Podgorze, al otro lado del río Vístula. Se conoció como el gueto de Cracovia. Sus propiedades, negocios y pertenencias fueron expoliados, y sus escuelas e instituciones fueron disueltas. Es una historia que tristemente todos conocemos.

Posteriormente, durante la etapa comunista, Kazimierz era uno de los barrios con peor reputación de la ciudad, degradado y ocupado por los peores individuos de la sociedad, todos lo evitaban como si no existiese.  Gracias al rodaje de la película de Steven Spielberg “La lista de Schindler” en 1993, quien rodó en sus calles los hechos históricos ocurridos durante la invasión nazi, el barrio empezó a recuperarse. Aunque realmente todo lo narrado en la película ocurrió en el Gueto de Cracovia, al sur de Kazimierz. Muchos de estos lugares son fácilmente localizables y los podréis visitar, entre ellos un pasaje de uno de los edificios en la calle Jozefa muy identificable en la película, o la plaza de los héroes del gueto.

 

Visita de Kazimierz

El centro neurálgico de Kazimierz es la calle Szeroka. La reconoceréis porque en uno de los extremos hay una pequeña plaza donde está la sinagoga más antigua de Polonia, Stara synagoga  (hoy museo) y el monumento en memoria de 30 católicos fusilados allí mismo por los nazis al ser descubiertos ayudando a los judíos. La calle está jalonada por coloridos edificios donde habitaron los ciudadanos más ricos de la ciudad, hoy en día totalmente renovados y llenos de fotogenia y en cuyos bajos hay restaurantes para los turistas. Uno de los edificios nos explican que perteneció a la familia Rubinstein, (Helena Rubinstein) los cuales huyeron a Australia antes del estallido de la guerra, otro a la familia Faktorowicz, (Max Factor). Al final de la calle hay una parada para la reflexión, veréis un sencillo monumento de hierro y piedra, es el memorial o monumento al martirio de los 65.000 judíos asesinados por el ejército nazi sólo en Kazimierz. Hoy en día, a modo sólo de curiosidad, en el censo del barrio tan sólo hay 500 judíos. A sus espaldas, lo que queda del antiguo cementerio de la ciudad, un breve terreno lleno de altas hierbas algo descuidado. Los nazis se llevaron las lápidas, que reutilizaban para la construcción en lugares bien visibles como calzadas con la intención de degradar la memoria de los difuntos. En una esquina del mismo está la única sinagoga en servicio del barrio y de la ciudad, que se puede visitar, se trata de la sinagoga Remuth, que tiene el cementerio más antiguo de Cracovia.

«Quien salva una vida salva al Mundo entero». Mishná 4:5

En su exterior veréis una curiosa escultura de metal de un señor sentado en un banco, se trata del militar polaco Jan Karski, condecorado con el título que la comunidad judía concede a todos aquellos que ayudaron al pueblo judío, “Justo entre las naciones”. Karski fue el primer testigo presencial que llevó la noticia a los aliados de lo que entonces sólo eran rumores, que alertó del genocidio a la comunidad internacional. Lo narró en “Historia de un estado clandestino”, un gran libro.

No sólo Jan Karski fue condecorado como os podréis imaginar, hasta el 2010 eran más de 28.000 las personas que habían recibido esta distinción. Más adelante os hablaré de otros héroes anónimos, y no tan anónimos que estuvieron relacionados con el barrio como Oscar Schindler o Tadeusz Pankiewicz, cuya “Farmacia bajo el águila” en la Plaza de los héroes del gueto hoy es un pequeño museo donde se explican muchos de los hechos ocurridos allí. Otros muchos aportaron su granito de arena en el gueto de Varsovia, como la enfermera Irina Sendler, quien salvó la vida de más de 2.500 niños, sacándolos a escondidas del gueto y reubicándolos con familias que temporalmente los acogieron.

Otro de los puntos de interés está en la Plaza Nowy, donde hay un mercadillo de artesanías. El centro de la plaza lo ocupa un edificio redondo de ladrillo que era en tiempos un matadero de pollos. En lo que serían los puestos en los que se despachaba la carne hoy hay diversos negocios donde comer comida rápida, dulce o salada. Es un buen sitio para hacer una pausa. Alrededor de la plaza hay mucha vida con bares y cafeterías. El barrio es un lugar bohemio con mucho ambiente nocturno. Poco antes de llegar habréis probablemente pasado por uno de los locales más famosos del barrio, el Café Singer, este café es un homenaje a las famosas máquinas de coser, que se fabricaban aquí. Otro lugar con mucho encanto en el barrio es el Alchemia.

Volviendo sobre vuestros pasos en el patio interior entre las calles Jozefa y Meiselsa encontraréis una ubicación donde Steven Spielberg rodó su archipremiada película “La lista de Schlinder”, que ganó siete Oscars y que seguro que reconoceréis. Se trata de un pasaje con una escalera en cuya planta superior hay viviendas. Es una de las imágenes más populares de la película, en concreto aquí se rodó la escena en que los nazis están desalojando el gueto. El año pasado se cumplieron 25 años del estreno de la película.

 

Visita de Podgorze

Como ya comenté en marzo de 1941 la población judía de Cracovia fue emplazada y amurallada en lo que conocemos como el gueto de Cracovia. En los edificios en los que antes vivían 3.000 personas de confesión católica que fueron trasladadas a otro lado de la ciudad, los nazis re alojaron a 15.000 judíos. Es decir, en el mismo espacio tenían que vivir 5 veces más personas, 4 o 5 familias por piso en condiciones infrahumanas. Y eso los que tuvieron suerte, los que no consiguieron techo morían de frío en las calles. Polonia no es con sus inviernos bajo cero un lugar que permita vivir en las calles. Las enfermedades así como las raciones cada vez más escasas fueron diezmando a la población. El gobernador nazi Hans Frank se jacta en sus memorias escritas desde su residencia del castillo de Wawel de «haber matado a más judíos de hambre que en los campos de concentración«. Los registros históricos que hablaban de raciones de 145 gr. de alimento por persona y día, (lo cual era del todo insuficiente), bajaron hasta 25 gramos por persona y día poco antes de  la disolución del gueto. Sus memorias (escribió seis biografías) finalmente sirvieron para condenarle en el famoso juicio de Núremberg.

Si Kazimierz es un barrio agradable y en recuperación, lo cierto es que Podgorze tiene aún zonas que parecen intactas tras el holocausto. Los edificios del gueto siguen tal cual, ennegrecidos como alas de cuervo por las décadas de humos y de abandono; los cristales rotos, las puertas y ventanas apuntaladas, esta parte de la ciudad no ha sucumbido ni a la especulación. Por delante de estos edificios, en la calle Lwowska, se encuentra una pequeña parte de la antigua y original muralla del gueto con una placa identificativa. El muro, de poca altura, tiene forma de lápidas judías. Era fácilmente escalable, sin embargo el miedo a lo que podría estarles esperando al otro lado unido a la poca forma física debido a la inanición hizo que fuese para los nazis muy efectivo. El director de cine Roman Polanski fue según me explicaron el único de los habitantes del gueto que consiguió huir de allí a través del muro cuando contaba con tan sólo 8 años. Su madre fue asesinada en Auschwitz.

Otro de los puntos de nuestro recorrido es una residencia de ancianos que hoy está en rehabilitación y que también sale reflejada en la película de Spielberg cuando un grupo de enfermeras dan cianuro a los pacientes postrados en las camas, ancianos, ante la llegada de los soldados. Estos comienzan a dispararles a bocajarro hasta que se dan cuenta de que ya están muertos, y ante la impotencia, disparan también a los médicos y enfermeros. Pues este es el lugar, los hechos no ocurrieron en un hospital sino en una residencia de ancianos. Los ancianos no tenían ninguna utilidad para los nazis y eran un estorbo por lo que acababan siendo asesinados.

El siguiente punto es la plaza Bohaterów Getta, o plaza de los héroes del gueto, el punto de no retorno donde se seleccionaba a los judíos que iban a ser deportados a los campos de concentración. En esta plaza estaba la administración del gueto, aún permanece en pie la garita de los soldados y hoy en día en ella hay una obra escultórica homenaje de Roman Polanski compuesta por sesenta sillas que miran en distintas direcciones, cada silla representa a cien mil judíos asesinados por los nazis, las sillas también representan todo el mobiliario que los judíos trasportaban en los numerosos traslados forzosos a los que los nazis obligaban. Destacando siempre las sillas, que en la mayoría de los casos eran llevadas por los niños. Aluden también al destino que podía tocarle a cada persona, aquellos considerados aptos para trabajar, eran trasladados al cercano campo de trabajos forzados de Plaszow, construido en parte sobre dos antiguos cementerios judíos. Las mujeres y niños se destinaban a la limpieza y mantenimiento de la ciudad, y dormían cada noche en el gueto. Los ancianos y discapacitados sobraban, pero los obreros cualificados acababan trabajando por nada en las fábricas de empresarios especuladores afines al régimen, como fue el caso de Oskar Schindler, cuya fábrica está a apenas 5 minutos de la plaza. El empresario alemán Oskar Schindler, que era miembro del Partido Nazi salvó la vida de unos 1.200 judíos empleándolos como trabajadores en sus fábricas de ollas esmaltadas y municiones.

En una de las esquinas de la plaza veréis la Farmacia bajo el Águila, la única que había en el gueto, dirigida por el polaco Tadeusz Pankiewicz, quien de forma altruista y clandestina proporcionó medicamentos a los judíos y salvó a innumerables de ellos del Holocausto, otro de esos héroes anónimos que arriesgo su vida por ayudar. Como veis, hay mucha historia en cada rincón.

Por último, para aquellos que quieran adentrarse aún más en la historia de los judíos y los nazis en la ciudad, podéis visitar en campo de concentración de Podgorze, Płaszów, donde se hacían trabajos forzados. Hoy día es un parque. La Casa Roja fue la principal residencia de Amon Göth, capitán de las SS y jefe del campo de concentración, que en la película de Spielberg es descrito como un sádico que disparaba desde su balcón a los prisioneros por el mero placer de practicar su puntería. Aún sigue en pie.

Las autoridades nazis liquidaron el gueto de forma definitiva en marzo de 1943 pero lo que allí aconteció seguirá en la consciencia colectiva espero que siempre, más que nada porque es la única forma de evitar que pueda volver a repetirse.