Hola amantes de Turquía. Hoy quería hablaros de dos términos que seguramente muchos no habríais escuchado antes de aterrizar allí, pero que como poco habrá hecho que os pique la curiosidad, me refiero a las palabras keyif y hüzün. Ninguna de las dos tiene traducción al castellano ni un significado claro y concreto porque aluden a sentimientos y percepciones.

 

Qué es «keyif»

Sí, keyif, no es ni mucho menos un vocablo nuevo, pero sí es verdad que es un término que cada vez se escucha más entre los amantes de Turquía y claro está de su deslumbrante Estambul, sobre todo cuando lo emplean los propios turcos donde la búsqueda del placer ocioso es un pasatiempo nacional. Es un término difícil de traducir al castellano pero cuyo trasfondo todos entendemos cuando nos lo explican porque todos, en el fondo desearíamos tener mucho más keyif del que tenemos. Keyif es relajación, serenidad, indulgencia incluso. Keyif es disfrutar de un momento en el que solo se piensa en primera persona, en que se escucha a uno mismo y se desconecta del ruido de fondo que nos impide prestarnos atención. Sin embargo, keyif puede ser cualquier actividad que nos haga disfrutar y olvidarnos de que fuera, el mundo continúa girando, que nos permita, metafóricamente hablando, apearnos del mundo temporalmente. Se trata de suspender un momento en el tiempo, separarlo de la confusión de la vida cotidiana y saborearlo. Keyif es una habilidad que muchos de nosotros hemos perdido, pero que podemos recuperar con un poco de pensamiento e introspección.

Para muchos que lo practican se ha convertido en casi una religión, para el común de los mortales, una necesidad que a menudo queda relegada y desatendida ante la ausencia de tiempo material para cumplir con tantas obligaciones y responsabilidades, menos aún para cultivar nuestro espíritu. Dicen que Estambul es la ciudad del keyif, y muchos dirán, eh? ¿Pero ‘keyif’ no era relajarse, dedicarse a uno mismo, disfrutar viendo simplemente pasar el mundo? Hacen keyif los grupos de muchachas que recostadas en una colchoneta del Paseo de Salakat charlan mientras ven la preciosa puesta de sol. Aquellos que pasan unas horas placenteras a orillas del Bósforo mientras esperan que algún pez pique el cebo (hecho irrelevante en realidad), aquellos que revuelven los polvorientos libros del bazar de los libros y dedican una mañana a encontrar esa lámina o volumen especial que ansiaba encontrar, aquellos que ven pasar las horas en algún oscuro café en compañía de una pipa de agua vislumbrado a la concurrencia entre las volutas de fragante humo, aquel que se siente un privilegiado contemplando la ciudad desde uno de sus muchos miradores y pierde su mirada en los límites de la ciudad sin límites. Aquel que se refugia en el interior de un templo y se acaba quedando allí al refugio de sus pensamientos, sin prisas. Pero también hacen keyif los que se toman una reconfortante taza de té mientras que pasan de Europa a Asia en un ferry de línea, aquellos que se suben hasta lo alto de la terraza más de moda a extasiarse con sus cockteles o sus vistas, aquellos que se sumergen en el club de jazz más exclusivo dejando que la música le envuelva…y para eso, sin duda, Estambul es superlativa, aquí todos los tópicos se cumplen, todo está al alcance, todo es posible. Bucear entre dos mundos antagónicos, tomando lo mejor de los dos.

Nada tiene que ver con otra palabreja que todos hemos escuchado hasta la saciedad cuando se habla de Estambul, sobre todo en los labios de uno de sus ilustres escritores y amantes de la ciudad, el nobel Ornan Pamuk; “hüzün”.  Sí,  Hüzün se refiere a un estado de melancolía, de pérdida o de depresión que supera al individuo, y que viene del devenir histórico contemporáneo de Turquía, de su pérdida de los territorios del imperio y su decadencia, de su varapalo en la primera guerra mundial, de sus intentos fallidos por conseguir la adhesión a la unión europea, hüzün, hüzün siempre hüzün,  Siempre en palabras de Pamuk, “es una especie de estado de ánimo colectivo compartido por lo estambulíes que huyen de la vida por miedo al fracaso y viven con seguridad en las cadenas de la angustia, de la nostalgia y de los sueños incumplidos.” En realidad no es negativo, refleja un modo esperanzador de ver la vida.

En palabras del propio escritor Pamuk: “subsiste la conciencia de que este lugar, Estambul, fue en el pasado un imperio adonde revertía toda la riqueza de los Balcanes y de Oriente Medio, y que dio lugar a una civilización activa. Cuando yo era un niño todo eso desapareció, y quedó la sensación de que una vez hubo abundancia, pero que ahora esa abundancia estaba en Europa, y que nosotros no formábamos parte de Europa”, Pamuk le dedica bastantes páginas en su libro Estambul, memorias y la ciudad, por si queréis ahondar en ello.

Otros términos que podrían acercarse en su significado, son esa saudade portuguesa, aunque estoy segura de que también tiene sus matices.

En cualquier caso, os animo a dejar fluir el keyif ya que la melancolía (seguro que distinta de la que padecen los estambulíes) os acabará atrapando por sí misma cuando con pesar veáis los días pasar  a un ritmo más acelerado de lo que os gustaría y os toque regresar a casa.