Muchos fueron los que la descubrieron y se enamoraron de ella con la película “Lost in translation”, tanto, que los escenarios en los que transcurre la película ya forman parte del tour de la ciudad. La capital del país del Sol naciente es la puerta de entrada a una cultura milenaria y totalmente distinta a lo que conocemos, y año tras año fascina a más viajeros. Y es que hasta ahora viajar a Japón no quedaba al alcance de muchos de nosotros porque la larga distancia hacía que los vuelos resultasen caros, pero hoy en día es fácil conseguir vuelos baratos a Tokio. Por unos 1.000€ es posible disfrutar de todo lo que la cultura nipona tiene para ofrecer.

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Vista de Tokyo | Morio | Wikimedia

Las calles de la capital dividida en 23 barrios son todo lo que el viajero espera encontrar en ella, una ciudad moderna, ordenada y sorprendente que crea modas y tendencias pero que sin embargo y para nuestro placer convive sin ningún problema con arraigadas tradiciones.

Las enormes distancias de la ciudad hacen recomendable recorrerla agrupando las visitas por zonas porque se corre el riesgo de sentirnos abrumados y con la sensación de que nos dejamos cosas por ver. Si lo que uno busca es modernidad, el barrio de Shibuya es sin duda el que engloba todas las ideas preconcebidas que la gente tiene de Tokio. Muchas de las localizaciones de “Lost in translation” se filmaron aquí, como el famoso cruce de Hachiko, o la escena del karaoke filmada en Karaoke-kan o el restaurante Shabu Zen. Encontrarán ocio, bares, restaurantes y tiendas muy originales. Grandes pantallas de televisión colgando de las fachadas de edificios futuristas, neones y mucho bullicio y vida en sus calles.

El barrio de Harajuku es sin duda el de los amantes del manga. Es el punto de encuentro para cientos de jóvenes tokiotas que se reúnen para emular a sus personajes favoritos del manga, músicos…etc. Aquí podremos adentrarnos en la cultura idol, pop y gothic lolita de la calle Takeshita-dori. Esta zona conjuga las tiendas de moda junto con el inmenso parque Yoyogui y el santuario sintoísta de Meiji Jingu, en el que si hay un poco de suerte podremos presenciar una ceremonia de boda por el rito sintoísta.

Los amantes del Tokio más tradicional sin duda encontrarán que la ciudad tiene mucho que ofrecer. Madrugar para pasear entre los puestos de pescado del mercado de Tsujiki, considerado el más grande del mundo y presenciar las subastas de pescado es una experiencia que no se deben perder. Especialmente las subastas del reverenciado atún, un espectáculo. Y, por supuesto no podemos dejar de hablar del Palacio Imperial, domicilio durante generaciones de la familia imperial japonesa y construida sobre las ruinas del antiguo castillo de Edo, perteneciente al último shogun Tokugawa que dominó Japón desde el 1600 al 1867. Las murallas y sus fosos están rodeados por un extenso bosque de pinos y es un lugar muy popular para pasear, un oasis en medio de la jungla de asfalto con sus casi ocho kilómetros cuadrados de jardines. También en esta zona de la ciudad es interesante el exclusivo barrio de Ginza, especialmente los domingos en que las calles principales se convierten en peatonales. La fachada del teatro Kabuki-za es maravillosa y podemos disfrutar del sushi y el ramen más delicioso de la ciudad en el callejón de Yurakucho.

Además podremos ver a gran cantidad de mujeres ataviadas con el tradicional kimono, en un ejemplo de que en esta ciudad la modernidad y la tradición conviven sin molestarse. De hecho, una tradición que se asocia siempre principalmente con la antgua capital de Kioto, la de las geishas se puede observar también en Tokio, donde actualmente existe el mayor número de geishas del país, ubicadas en 6 hanamachis de la ciudad: Shimbashi, Akasaka, Yoshicho (en Nihombashi), Kagurazaka, Asakusa y Mukojima.

Otra tradición que no se deben perder es asistir a un combate de sumo o visitar una heya para ver cómo viven y entrenan estos colosales luchadores tan respetados en Japón. Cerca del puente Ryogoku, sobre el río Sumida se encuentra el estadio Shin- Kokugikan, lugar en el que se celebran los torneos de  Sumo.

Por último mencionar para aquellos amantes de la naturaleza, que el Monte Fuji se encuentra a escasas dos horas de la ciudad. Sin duda volar a Tokio en una gran opción, y con la amplia oferta de vuelos económicos que hay sólo queda decidir la mejor fecha.