Estambul_2013_1925Las abarrotadas orillas de Üsküdar nos reciben ya en suelo asiático. Todos aquellos que quieran, como decía Edmundo de Médicis cometer la excentricidad de “fumar en un continente y tirar la ceniza en el otro”, pueden coger un ferry desde el muelle de Eminönü y disfrutar del bello paseo que nos depositará allí. En apenas veinte minutos habremos salvado el fantástico capricho geográfico que divide la ciudad en dos continentes.

No obstante, para los viajeros más impacientes, también es posible subirse en el moderno metro Marmaray, y en tres minutos ya estará en la plaza de Üsküdar. Yo soy de las que disfruto del paseo en ferry a la ida, y tras haber apurado la última brizna de luz regreso a la otra orilla en el metro, avances de la ingeniería que hay que aprovechar.

Estambul2_057Pero, ¿es realmente palpable el cambio de continente? ¿De verdad uno se siente como si estuviese ante la puerta de oriente? Estaremos pisando las tierras de Anatolia, y tanto el barrio de Üsküdar como el de Kadiköy son los lugares donde se encontraron los vestigios más antiguos de la ciudad que se remontan a más de 3.000 años atrás. Üsküdar fue fundada en el s. VII a.c. por los griegos y era conocida como la antigua Crysopolis. La fundación de Üsküdar en realidad es anterior a la de Bizancio. Durante los siglos XVI y XVII Üsküdar fue una ciudad comercial de donde partian las caravanas que comerciaban con Persia y Armenia, con bellos palacios y mansiones a la orilla del Bósforo, pero de esa gloria hoy día apenas queda nada. De hecho para contemplar las bellas casas otomanas de madera tan características del Bósforo nos tendríamos que desplazar en dirección al Mar Negro hasta el barrio de Kuzguncuk.

La pesca, la afición preferida en EstambulQue no nos lleve a error la primera impresión de Üsküdar, su fachada marítima está llena de bloques de pisos contemporáneos, que no exactamente modernos, de carácter mediterráneo, llenos de terrazas y amplios ventanales en la búsqueda obsesiva de las vistas al estrecho. En su mayoría son propiedades cuidadas y no se escapa que son el hogar de las familias de clase media acomodadas. Algún restaurante, algún kiosko, un muelle lleno de actividad y un paseo marítimo casi tomado por pescadores y viandantes que lo recorren de arriba abajo completan la panorámica de Üsküdar, con el primer puente colgante del Bósforo en un costado proyectando su sombra sobre el palacio de Beiberleyi y la torre de Leandro por el otro. Pero a pocos metros de la plaza de Üsküdar, es donde comienza la vida real del barrio. Aquí no encontraremos locales de moda ni boutiques de lujo, pero sí arquitectura otomana, bloques sociales de pisos construidos por el estado, mercados populares de frutas, pescado, dulces y especias a precios asequibles, charlatanes que venden cualquier artilugio haciendo demostraciones a las amas de casa y vendedores ambulantes.

La torre de Leandro, antiguo faro bizantino del siglo XIIEn un lateral de la colina se ve la construcción de otra obra faraónica que tal vez podría ser la ampliación del Marmaray. El Üsküdar de hoy en día es un distrito de la ciudad de mayoría musulmana densamente poblado, donde más de 600.000 vecinos, comparten un territorio de unos 28 kms cuadrados dispersos en una escarpada colina que se desparrama hacía el interior. Sorprende el ambiente radicalmente diferente de la vecindad pues aparte del Bósforo y las colinas, no se parece al Estambul más fotogénico al que estamos acostumbrados. Más tranquilo, más conservador, más auténtico y sobre todo más desconocido, Üsküdar ha sido históricamente el hogar de las familias más pobres trasplantadas del campo de Anatolia y uno de los barrios que más crece pues el éxodo a la ciudad es una realidad imparable. Quizás lo que sí resulta evidente para el extraño es que Üsküdar, a pesar de lo accesible que es, es un barrio con muy pocos turistas, y esto lo convierte aún en más agradable de visitar si cabe.

Estambul_2014_0295Aquí no se escucha hablar en inglés ni te invitan a entrar en las tiendas. Quizás por ello la gente nos pareció aún más amable que en los distritos turísticos de la ciudad. De hecho en nuestro intento de hallar la escondida mezquita Çınılı Camii que en el mapa parecía tan evidente de localizar pero que sobre el terreno fue complicadísima, nos desorientamos varias veces, y fuimos acompañados por unos y por otros que caminaban a nuestro paso y que se querían hacer entender. A nadie parecía disgustarle perder el tiempo con nosotros, y, si encima hacías el intento de chapurrear alguna palabra en turco, aún con mayor agrado incluso. Üsküdar no es un barrio más de Estambul. Hay un decidido ambiente de pueblo y de vecindad. Para visitar la mezquita de los azulejos (Çinili Camii) tuvimos que esperar a que un vecino al cargo de las instalaciones nos abriese la puerta. El interior bien merece la pena el largo paseo de unos tres kilómetros desde la plaza, las cuestas empinadas y el tiempo invertido porque es una preciosidad. Y sí que puedo garantizar que muy pocos llegan hasta aquí. Para los interesados en una experiencia de baño turco real, no un show para turistas, anexo a la mezquita está el hamman del mismo nombre, todo el programa, incluyendo sauna, lavado y masaje, sólo cuesta unas 60 liras por persona. Y luego, tonificado el espíritu y el cuerpo la bajada a los muelles es otra cosa…

Estambul_2014_0505Respecto a monumentos de interés la plaza de Üskudar alberga varias mezquitas de Minar Sinán de entre las más de 180 que hay en esta parte de la ciudad: Mihrimah Sultan, Yeni Valide o Semsi Pasha. Esta última, a los pies mismos del Bósforo nos sorprenderá por su romántico emplazamiento, pues cuando el viento helado de Rusia agita el mar, las espumosas olas casi rompen contra sus muros. Hay que subir a la Büyük Çamlıca, si os queréis extasiar con las vistas de la orilla europea de la ciudad y bajar hasta el paseo de Salacat si queréis presenciar la bellísima puesta de sol tras la torre de Leandro. Sentados sobre cojines y kilims la gente se relaja con un té o una shisha mientras espera a que el sol, inundándolo todo de una luz anaranjada e intensa se esconda tras la costa Europea; una actuación estelar que se repite a diario desde hace siglos (la torre tiene 2000 años) y para la que nunca falta un público variopinto que se emociona con la belleza incomparable  del entorno.Sin duda, el broche de oro a la visita de Üskudar.

 

 


 

Ana Morales

© Copyright | Todos los derechos reservados

Si te ha parecido interesante el artículo, ayúdanos a mantener el blog

error: Content is protected !!