Paseando por el Cuerno de Oro

Vista desde el Café de Pierre LotiSituado en el punto más alto de la colina del cementerio de Eyüp, el Pierre Loti Café es un buen lugar donde relajarse y donde perder agradablemente el tiempo. Las vistas del Cuerno del Oro y de la Mezquita y su cementerio son magníficas. No debe sonarnos raro que en torno a los cementerios haya tanta vida, en la calle principal de la ciudad antigua, en Divanyolu Caddesi, hay dos cafés con un enorme encanto, y, igualmente están en cementerios, el antiguo café Rümeli y el Erenler, este segundo es sin  duda un lugar especial y al que no falto ni un solo día en las ocasiones en que visitamos la ciudad. Era una antigua madraza y hoy día es un lugar donde desconectar de todo y dejarte seducir por su ambiente bohemio .

Hasta el Pierre Loti Café, se puede acceder en teleférico, que está instalado en la misma base de la colina ó si se prefiere, andando a través de los senderos del cementerio que suben desde la Mezquíta del Sultán Eyüp, el cuarto lugar de peregrinaje musulmán más importante del mundo, ya que en ella se encuentra enterrado Eyüp el Ensari, amigo y portador del estandarte del Profeta Mahoma. Sin lugar a dudas, yo me olvidaría del teleférico porque el paseo es muy agradable.

Estambul_2013_505Loti fue marino mercante durante más de cuarenta años, y un gran viajero y entusiasta de la cultura y costumbres de Oriente, lugares que posteriormente le servirían como escenario de sus novelas. Vivió en el barrio de Eyüp, rodeado de la población local, en lugar de establecerse, como los europeos de la época en los barrios de Pera o Gálata. Tan imbuido estaba en ese mundo oriental que solía vestirse a la turca, con atuendos otomanos y además siempre llevaba un fez en la cabeza.

Loti vivió los últimos coletazos del sultanato, ese mundo misterioso que llegaba al ocaso y que él defendía a capa y espada frente a la occidentalización. Un mundo sensorial de las mil y una noches, de odaliscas y harenes que describió con profusión en su novela autobiográfica Aziyade (1877), en la que narra su aventura amorosa con una joven circasiana que vive en un harem junto a las demás mujeres de un esposo maduro y poco agraciado.

Como si fuese su  cuaderno de viajes, Loti narró toda clase de experiencias e impresiones sobre la gente, las costumbres o la vida de aquella Constantinopla. Aquí, justo donde hoy está el Café Pierre Loti, él se construyó una pequeña cabaña de madera donde subía a tomar té y a esperar a las musas. Odiaba las incipientes hordas de turistas que entonces ya comenzaban a hacer acto de presencia en la ciudad que consideraba suya. Seguro que se sorprendería mucho al comprobar que más de un siglo después su lugar ha sido ocupado por multitudes de todos los rincones del mundo, que disfrutan de sus románticas vistas y que posiblemente compran alguna postal con su rostro en la tienda de souvenirs seguramente ni si quiera una idea de quién fue él. En 1891, Loti fue elegido miembro de la Academia Francesa.

Otro autor que vivió en Constantinopla en fechas parecidas (avanzado el S.XIX) y con gran pasión es el cronista italiano Edmundo de Amicis. Cuando De Amicis llegó a Constantinopla ya era un experimentado viajero. Incluso en una época en la que no existía como tal el turismo, pero empezaba a desarrollarse con los viajeros que llegaban en el Orient Epress, él se documentaba e investigaba todos los aspectos de su destino, de ahí que se movió como pez en el agua por una ciudad repleta de evocaciones históricas, de símbolos y de rincones que espoleaban la curiosidad y el ímpetu de un hombre como él, marcado por la cultura y las ansias de conocimiento. Recorrió todos los barrios y lugares históricos de la ciudad, se relacionó con los pobres y con los poderosos y se dejó embargar por la carga mística e histórica de una de las ciudades más admiradas y codiciadas de su época.

Estambul_2013_1553El resultado lo plasmó en su libro Constantinopla, (de 1878), todo un clásico de la literatura de viajes. En él quedan minuciosamente descritos todos  y cada uno de los barrios, monumentos, razas y religiones que poblaban la ciudad entonces, comparada por él con una segunda Babilonia. Cuando dejó la ciudad, lo hizo con el regusto amargo y la melancolía de saber que ningún otro destino en el mundo  podría satisfacer su exaltado romanticismo y sus ansias de cultura y descubrimiento como Constantinopla. Se estableció definitivamente en su Italia natal y este fue el último viaje del que escribió  una crónica viajera.

Recomiendo leer su libro antes de visitar la ciudad, o, mejor aún, tenerlo a mano para leer los pasajes que correspondan a lo que estemos visitando, pues es una mezcla de guía de viajes y cuaderno de viajes, donde no sólo se describen todos los lugares sino que además se entremezclan con las sensaciones del propio Amicis. Y, sí, han pasado más de cien años, pero algunas cosas, no han cambiado tanto. Dice Umberto Eco: “Cuando fui a Estambul llevé conmigo el texto de Amicis, pues él había visto lo que yo no podría ver”.Sta_Sofia_1

 


 

Ana Morales

© Copyright | Todos los derechos reservados

Si te ha parecido interesante el artículo, ayúdanos a mantener el blog

error: Content is protected !!