Merece la pena dedicar una entrada al famoso tren que llevó Estambul al corazón de la Europa moderna: el legendario Orient Express. El servicio de ferrocarril más célebre del mundo cumplirá en 2021 los 138 años, y la idea del belga Georges Lambert Casimir Nagelmackers creador de la también Compagnie Internationale des Wagons-Lits de crear un tren de lujo que recorriera Europa de este a oeste sigue llenando las plazas para esta línea París-Estambul con hasta un año de antelación.

 

Viajeros al tren!

Inaugurado en 1883, el que se convertiría en mítico Orient Express recorría el trayecto París-Estambul de modo lujoso, estableciendo un estilo de vida al que rápidamente se adscribieron las clases altas de la época, políticos, nobles, monarcas en el exilio, jefes de estado, millonarios, diplomáticos y artistas en busca de inspiración. Un periodista invitado al primer viaje inaugural describió con gran profusión de detalles el lujo del tren: “Tres casas rodantes – explica About – de diecisiete metros y medio de longitud, vagones construidos en madera de teca y cristal, calentados a vapor, brillantemente iluminados a gas y tan confortables, al menos, como un rico apartamento de París”.

Los primeros trenes no llegaban de modo directo hasta Estambul, esto no ocurrió hasta el año 1891, cuando la línea férrea por fin se terminó de construir. La ruta era operada tres veces por semana parando en tres capitales: Budapest, Belgrado y Sofía, un servicio que funcionó con regularidad hasta el estallido de la primera guerra mundial, que obligaría a suspender casi todos los trenes.

La época de entreguerras y sobre todo los años 30 fue la de máximo esplendor dentro y fuera de sus vagones: se sumaron nuevos destinos intermedios y la empresa puso especial énfasis en el concepto de lujo a bordo, con un servicio personalizado, alta cocina y cabinas especialmente confortables que lo convirtieron en el preferido de la realeza y los hombres de negocios. Pero fueron las historias que sucedieron a bordo, algunas reales y otras ficticias, como la archiconocida novela de Agatha Christie sobre un asesinato a bordo, las que convirtieron al Orient Express en una leyenda.

Venice Simplon-Orient Express

La segunda guerra mundial volvió a afectar de nuevo a los servicios del tren, de manera especial en los convulsos Balcanes, y a pesar de que todo volvió a reanudarse desde 1945 y el tren siguió viviendo viajes memorables, había un nuevo orden mundial y lentamente, el Orient Express fue perdiendo interés y esplendor. A finales de los 70 era un tren casi convencional, hasta que en 1977 se suspendió el servicio. Un visionario hombre de negocios, James B. Sherwood, enamorado del mítico tren, compró en una subasta de Sotheby,s en 1977 dos vagones originales de los años 30. Comenzó entonces a adquirir camarotes y restaurantes de los años 20 y 30, que después de haber hecho millones de kilómetros yacían abandonados en París, en vías en desuso. Tras una espectacular renovación, en 1982, el Venice Simplon Orient Express volvía a la vida en su viaje inaugural de Londres y París a Venecia. Hoy en día el Orient Express ha pasado a llamarse oficialmente Simplon Orient Express, aunque siga manteniendo el lujo y la decoración Art Deco de antaño.

 

El Pera Palace

El hotel Pera Palace, emplazado en la zona más europea de la ciudad, rodeado de embajadas y de tiendas se construyó para ofrecer el mismo distinguido servicio en tierra a los viajeros del Orient Express, que, tras la llegada a la estación de Sirkeci, en Estambul, eran montados en un transbordador hasta el otro lado de la ciudad. Allí eran trasladados hasta el hotel en palanquines, que luego fueron sustituidos por calesas de caballos.

Al igual que el lujoso tren, el hotel tuvo ilustres y famosos huéspedes desde sus primeros tiempos, entre otros Mustafa Kemal Atatürk, padre de la Turquía moderna. Una de las habitaciones del Pera es hoy un pequeño museo con objetos personales dedicado a su memoria. Otro huésped que unió su nombre para siempre al del hotel fue la escritora de novelas de misterio Agatha Christie, quien se alojó por primera vez en el Pera en 1926, ocupando la habitación 411. La intrépida escritora quiso experimentar en primera persona las sensaciones del viaje en el célebre tren, que la cautivó, por lo que esto la llevó a pasar largas temporadas en Estambul, donde se inspiró para una de sus más conocidas novelas publicada en 1934, “Asesinato en el Orient Express”. Siempre se hospedaba en la misma habitación, y sin proponérselo, su presencia sería la mejor de las campañas de promoción del hotel y del tren a escala mundial, convirtiendo a su personaje el investigador Hércules Poirot, en todo un mito de ficción.

Greta Garbo, Coco Chanel, Jacqueline Kennedy, Ernest Hemingway, Alfred Hitchcock, Pierre Loti, Lawrence de Arabia o Mata Hari fueron solo alguno de los ilustres huéspedes del hotel Pera.

Sin duda alguna el Orient Express cambió el concepto de viaje vigente hasta entonces. El que quiera experimentar esta forma de viajar, en la que lo importante es el viaje, y no el llegar a destino, abandonándose al romanticismo y la nostalgia mientras graba en sus retinas sobrecogedores paisajes, ha de saber que el actual Orient express funciona desde marzo hasta noviembre con diversos recorridos. Sin embargo, la línea París-Estambul parte sólo una vez al año (en agosto) desde París Gare de l’Est para el trayecto de 6 días/5 noches Paris- Estambul (ida y regreso). Un tranquilo trayecto con paradas intermedias en Budapest, Sinaia y Bucarest para el que las plazas disponibles se agotan de un año para otro. Eso sí, han de sobrarle unos 16000€ mínimo por pasaje. Aunque el servicio es exquisito, (de ello se encargan un staff multinacional vestido con uniforme de época de impecable trato con los pasajeros), esta reliquia andante no es un tren de comodidades modernas, precisamente su encanto radica en que el tren es casi idéntico al de hace un siglo, confortable pero de época.

 

Estación de Sirkeci

La estación de tren a la que llegaba el Orient Express en Estambul, en el centro de la ciudad, era en sus inicios un edificio mucho más sencillo que fue reemplazado dos años después por un edificio digno de recibir a estos ilustres viajeros de Europa. Las torres del reloj, de hecho todo el frontal de la estación, son de una exquisita confección oriental, una fantasía rococó mogol con elementos selyúcidas diseñada por el joven arquitecto prusiano August Jachmund.

Martin Dürrschnabel | Wikimedia

Hoy día se ve algo olvidada, apostada tras una conveniente estación de servicio junto a una de las intersecciones más concurridas de la ciudad en Eminonü, al comienzo del Cuerno de Oro. Por supuesto, la mayoría de los visitantes internacionales ya no llegan al centro de la ciudad sino al aeropuerto, y Sirkeci ya no es un símbolo de modernidad y glamour, sino una de esas reliquias románticas que recuerdan una gloria desaparecida.  De hecho, la estación actual, algo fantasma, no sabe bien qué hacer con la elegante sala de espera con paneles de madera y ofrece actuaciones semanales de derviches girófagos, un hecho, si lo analizamos un poco, tan extraño como si hubiera interpretaciones de la Pasión según San Mateo de Bach en las taquillas del Ostbahnhof de Berlín.

Quienes deseen buscarle el rastro al Orient Express, por tanto, pueden visitar tanto el hotel Pera Palace como la Estación de Sirkeci, ya que ambos siguen en funcionamiento, e intentar reconstruir con la imaginación ese ambiente de época, un ejercicio mental, que les recomiendo.