Hezarfen-Ahmed Çelebi | Wikimedia

Un sudor frío le envuelve y los latidos de su corazón aporrean con fuerza sus sienes. Es vértigo esa nausea tan fuerte que le atenaza el estómago o es simplemente terror? Desde la terraza de la torre de Gálata, que corona el bastión defensivo de los genoveses todo se ve de otra manera. La populosa ciudad se extiende a sus pies, pero en la soledad de las alturas, sólo le rodean las nubes y los pájaros. Lleva años estudiándolos, intentando comprender cómo se mantienen en el aire y documentando sus estudios con miles de dibujos y cálculos. Se ha construido un traje con insólitos mecanismos que accionan unas alas de plumas naturales de águila impermeabilizadas con cera y diseñadas a imagen y semejanza de las de las aves con las que espera no sólo flotar en el aire sino poder dirigir su rumbo. Han fallado innumerables veces, prueba-ensayo es su religión, y por fin, el día auspicioso ha llegado. Hezarfen respira hondo, se impulsa y salta, salvando los más de cien metros de desnivel sobre el mar, y consiguiendo la hazaña de atravesar planeando el estrecho del Bósforo y aterrizar sin novedad en la otra orilla, que dado que está en otro continente, lo convierte en un vuelo intercontinental.

Inspirado por la leyenda de Ícaro y por los bocetos de Leonardo da Vinci, este joven historiador y erudito otomano apodado Hezarfen, “hombre con miles de ciencias” realizó nueve intentos fallidos de vuelo desde las mayores alturas de la ciudad de Estambul antes de reunir el valor necesario para dar el salto definitivo. En 1632, durante la última etapa del sultanato de Murad IV (c. 1640) subió a la cima de la torre de Gálata con la intención de cruzar volando por sus propios medios el Estrecho de Estambul que une el Mar Negro con el Mármara.

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Lámina original. Podéis comprarla en Orient Shop, tienda nº 13 de Sahaflar Çarsisi (mercado del libro antiguo). Estambul

No disponemos de datos exactos. Los hechos fueron relatados por el gran viajero y cronista otomano Evliya Çelebi quien comenta que lo logró después de «ocho o nuevo aleteos» y aprovechando el viento a favor, aterrizando en la Plaza de Doğancılar en la orilla asiática de Üsküdar a 3.358 m. Así, Hezarfen se convirtió en “el primer hijo de Dios” que lograra atravesar volando sobre el mar de un continente al otro.

Entre sus espectadores estuvo el Sultán Murad IV, que observaba desde la mansión Sinan Pasha en Sarayburnu, quien entusiasmado lo recompensó y alabó. Pero, seguramente por los celos generados en la corte, o por lo peligrosa que podía ser una figura así, pronto este logro fue visto como una amenaza, siendo tachado de hereje por los sectores más conservadores y religiosos de la sociedad. El Sultán, el mismo que lo había premiado con un saco de monedas de oro, siguiendo el consejo de sus asesores no vaciló en inventarle una misión en Argelia, alejándolo de la capital otomana y de sus pruebas científicas. Hezarfen, el primer hombre pájaro en la historia de la humanidad y la persona más importante en la historia de la aviación turca murió en el exilio en Argelia en 1640 a la edad de 31 años.

Hoy, una pequeña placa en el rellano de la séptima planta de la torre, nos recuerdan la hazaña que un hombre sin miedo llevó a cabo. Además, un aeródromo de Estambul situado en Çatalca lleva el nombre de Sabio Hezarfen Ahmet Çelebi.

 

 


 

Ana Morales

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