El Kumbh Mela, es una de las principales celebraciones religiosas del hinduismo, y además la más concurrida de cuantas existen en el mundo. Es una gigantesca cita de muchedumbre a las orillas del Ganges, cuyas aguas se cree se convierten, en el momento designado por los astrólogos, en un néctar sagrado que todos quieren beber y que es capaz de lavar los pecados, en un  rito común que involucra a la India entera. Los hindús creen que al sumergirse en el agua quedarán absueltos de todos sus pecados, ellos y sus 88 generaciones precedentes, con semejante recompensa, no es de extrañar que sea una reunión tan multitudinaria.

Este festival es una peregrinación que se celebra cada tres años en cuatro localidades diferentes que tienen en común el estar en cuatro puntos distintos del Ganges, cuatro ciudades que son consideradas sagradas: Haridwar, Allahabad, Nasik y Ujjain, y se basa en una leyenda que es uno de los mitos fundamentales del hinduismo, la del  “Batido del océano de leche”. Según la misma,  los dioses y los demonios se aliaron con intención de crear el amrita, el néctar de la inmortalidad. Una vez consiguieron su propósito, el cántaro que contenía el amrita fue robado por los demonios, lo que provocó una batalla divina que duró doce días y doce noches, el equivalente a doce años humanos. Durante esta batalla, varias gotas de amrita cayeron sobre cuatro lugares, Allahabad,  Haridwar, Ujjain y Nasik, las cuatro ciudades donde se celebra el Kumbh Mela.

El próximo Kumbha Mela será en Allahabad, en 2013, la fecha exacta depende de los cálculos astrológicos, según los astrólogos, el Kumbh Mela tiene lugar cuando el planeta Júpiter entra en Acuario y el Sol entra en Aries pero será a finales de enero y oficialmente dura un mes, aunque lo cierto es que se extiende hasta tres meses. Como decía  antes, el Kumbh Mela se celebra en cada una de las cuatro ciudades sagradas cada tres años, pero la reunión más grande y más santa tiene lugar en Allahabad cada doce años, donde confluyen de los ríos Ganges, Yamuna y Saraswati. Este próximo año se espera la presencia de más de ¡100 millones! de visitantes. Creo que no se puede imaginar lo que será aquello, en la pasada ceremonia de 2005 en la que Ratzinger se dirigió a los fieles en la plaza de San Pedro, tras su designación como el nuevo Papa, se habló de un millón de asistentes, y era una marea incontrolable…

Millones de peregrinos, de todas las regiones y castas, y distintas sectas de sadhus se congregan junto al río y allí permanecen durante semanas acampados. Organizar la convivencia y la salubridad de la multitud, y, sobre todo, protegerla de ella misma es un desafío cada festival. En el Kumbh Mela celebrado en Haridwar en 2010 se levantaron seis hospitales, con trescientos médicos y sesenta ambulancias…sin contar con más de veinte mil soldados y policías que intentan hacerse con el control de un monumental campo de refugiados temporal. Y es que la convivencia entre las distintas sectas no suele ser pacífica y cada grupo pugna por tener el mejor sitio para acceder al Ganges. El uso del cannabis complica aún más la situación dando rienda suelta a  las emociones sean religiosas o mundanas…y controlar a las masas es una tarea harto difícil. Todas las ediciones se ocasionan avalanchas y hay muertos por aplastamiento.

Es, sin duda un mundo. En las fechas que se consideran favorables para bañarse, hay procesiones y desfiles ceremoniales de sabios, santos y yogis. Estas ilustres personalidades van en carros, en burros, en elefantes y en otros modos tradicionales de transporte. Al avanzar entre la multitud, estos “irradian” a la gente vibraciones positivas y bendiciones. Después de que los santos, yogis y sabios se han bañado, la demás gente que ha venido a participar en el Kumbh Mela se dirige al río Ganges para hacer lo mismo, y son millones.

Describía Vikram Seth el festival en su libro Un buen partido así:
“Llevaban sacos de tejido, palas y cubos, estacas, banderas, plumas y grandes guirnaldas de caléndula. Algunos sufrían por el calor y la fatiga. Otros cantaban como si estuviesen en un aperitivo, o bien entonaban bhajan y otros cantos sagrados, porque el entusiasmo de contemplar a la madre Ganges quitaba el cansancio del viaje en un momento. Hombres, mujeres y niños, viejos y jóvenes, morenos y claros, ricos y pobres, brahamanes e intocables, tamil y cachemires, sadhu vestidos de color azafrán y naga sadhus desnudos; todos reposaban por las calles sobre la arena. El olor a incienso, marihuana, sudor y comida: el llanto de los niños, los megáfonos que pitaban, las mujeres que cantaban a Kirtan y los policías que gritaban; la vista del sol que centelleaba en el Ganges y la arena difuminada en pequeños torbellinos donde no había gente; todo se confabulaba para infundir una sensación irresistible de euforia. Sentí que allí encontraba algo de lo que estaba buscando, o EL ALGO que estaba buscando. Era el universo en un microcosmos. En alguna parte, en aquel tumulto, estaba la paz”.

Si no os asustan las multitudes el próximo destino puede estar aquí… seguro que vuestros ojos no verán algo así en ningún otro lugar del mundo.


 

 


 

Ana Morales

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