No desconocía que Nanjing fue una de las cuatro ciudades imperiales de China y una de sus más antiguas capitales. Lo que sí me dejó un poco sorprendida fue el saber que esta fue la ciudad de la legendaria y archiconocida dinastía Ming, entre otras diez importantes dinastías chinas.

Creo que a todos, incluso si no somos muy conocedores de la historia de China, nos suena el nombre de esta estirpe de emperadores, aunque sólo sea por lo apreciado que es el arte de esta época.

En la actualidad, esta ciudad de unos cuatro millones de habitantes, construida a la orilla del río Yangtsé, frente a Japón y la península de Corea, es la capital de la provincia de Jiangsu. Fue precisamente el emperador Zhu Yuanzhang (1328-1398) de la dinastía Ming quien proclamó a Nanjing como capital hace más de 600 años y quien comenzó la construcción de su gran muralla para consolidar su poder y soberanía y mantener alejados a los invasores. La muralla de Nanjing es uno de los principales restos históricos y culturales de la dinastía Ming, una obra maestra de la arquitectura antigua de China que desde 1988 está bajo la protección del Estado.

Su gran muralla, de carácter militar, y un emplazamiento privilegiado, a su espalda la montaña y a los pies el río Yangtsé como foso natural, hacían a la ciudad casi inexpugnable. Zigzagueando a lo largo de 35,267 kilómetros alrededor de la ciudad, las cifras que atañen a su construcción son de las que marean, ya que trabajaron más de un millón de personas, la mayor parte forzados, durante un penoso periodo de 21 años. La altura promedio de esta era la de un edificio de 4 plantas: 12 metros. En algunos lugares la altura alcanzaba los 21 metros. Se  utilizaron 7 millones de metros cúbicos de tierra y según los registros históricos, Zhu Yuanzhang ordenó a 118 condados de 20 estados en 5 provincias la fabricación de sus ladrillos. Cada ladrillo pesa unos 10 kilos, miden 40-50 centímetros, tienen un ancho de 20 centímetros y una altura de 10 centímetros. En cada uno de ellos están escritos los nombres de los funcionarios que eran responsables de la calidad de los mismos. Estas inscripciones actúan como un pergamino histórico, registrando los cambios producidos en la muralla por las distintas dinastías. Proporciona un registro indispensable para el estudio de la historia de Nanjing. Hasta 350 millones de ladrillos se utilizaron para construir la muralla que envuelve a la ciudad, una superficie de 60 km. cuadrados.

La muralla de Nanjing se compone de cuatro partes. Desde el exterior hasta el interior primero está la Ciudad Exterior, luego la Ciudad Interior, la Ciudad Imperial y Ciudad Palacio, la zona más restringida. El Muro de la ciudad que podemos ver hoy es principalmente un resto de la Ciudad Interior. La Ciudad Imperial fue construida para proteger la Ciudad del Palacio, conocida como la ‘Ciudad Prohibida’, ya que es el centro y la parte más protegida de las cuatro murallas. Esta serviría de modelo, salvando las diferencias, a la ciudad prohibida de Pekín. También se puede visitar aunque quienes conozcan la otra se sentirán probablemente decepcionados porque esta es mucho más reducida y se encuentra en un estado de conservación regular.

De las originalmente trece puertas, (número que ascendió hasta dieciocho, a finales de la dinastía Qing) solo permanecen en pie la Puerta Zhonghua en el sur, y la Puerta Heping, en el norte, cerrada al público. Otras puertas están más o menos mejor conservadas o se han reconstruido parcialmente.  Desde lo alto las vistas son de 360º. En el plano más cercano, la ciudad antigua o “china”, con sus canales del río Quinhuai construidos también por los Ming, sus manzanas abigarradas de antiguas casas de madera con tejados oscuros y pequeños jardines que nos transportan a otras épocas, y los negocios de artesanos. En la orilla sur del río, la Torre de Porcelana de Nanjing, también conocida como Bao’ensi, una pagoda budista única en diseño, recientemente finalizada su reconstrucción bajo el patrocinio de un rico empresario chino, tras ser reducida prácticamente a escombros durante la revolución de Taiping en 1850. Esta increíble torre, que fue catalogada como una de las Siete Maravillas del Mundo, funcionaba como un centro de peregrinación budista y fue construida por el emperador chino Yung alrededor del siglo XV. De planta octogonal, con 260 pies de alto y 97 pies de diámetro, la torre fue el edificio más grande de China en el momento de su construcción. La nueva torre ocupa su lugar pero el moderno diseño de acero y cristal apenas recuerda a la antigua salvo por la altura.

Y siempre, en el horizonte las vistas de la nueva ciudad, cuajada de rascacielos y de grúas de construcción hasta donde la vista alcanza. La muralla se puede recorrer a pie o bien alquilando unos pequeños vehículos que recuerdan a los que se usan en los campos de golf. Además, y es de agradecer, en el interior de la misma hay una exposición con datos, imágenes y una maqueta del conjunto que ayuda a comprender la envergadura de esta obra colosal.

Nanjing es una de las pocas ciudades en China que todavía conservan las murallas de su ciudad antigua, han pasado 600 años desde su construcción pero no hay duda de que conserva su esplendor ya que la muralla es de una robustez y solidez bien patente.  Aunque los acabados de la muralla de la ciudad de Nanjing no pueden competir con la muralla de la ciudad de Xi’an, esta sigue siendo la más larga del mundo y estoy segura de que no os dejará indiferente, personalmente fue uno de los lugares visitados de la ciudad que más me gustó.

La entrada por el sector sur, donde están las Puertas de Zhonghua, es previo pago. El sitio está abierto al público de 08:30 a 17:00, en invierno y de 08:00 a 18:00 en verano, con entradas que cuestan 50 yuanes, unos 7€.

 

 


 

Ana Morales

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