La sirena ha aparecido en el escudo de armas de Varsovia durante siglos. Durante los años 1811 y 1915, cuando Polonia fue dividida, el emblema de Varsovia fue oficialmente prohibido. Todo y así, en un acto de rebeldía, los varsovianos comenzaron a colocar imágenes de sirenas en distintas partes de la ciudad. Como resultado de esta práctica, Varsovia ahora cuenta con un gran número de esas imágenes en sus puertas, balcones, vidrieras, fachadas, farolas, neones, carteles e incluso en logos institucionales. La sirena de Varsovia también aparece en numerosas estatuas, esculturas y relieves. Los varsovianos se sienten emocionalmente unidos a ellas, lo cual se refleja incluso en el propio lenguaje polaco. Después de todo, en la mitología y la literatura estas criaturas mitad mujer, mitad pez se representan como sirenas mientras el símbolo de Varsovia para los polacos se traduce como syrenka (pequeña sirena)

El escudo de armas de Varsovia

El primer escudo de armas de Varsovia, que data de comienzos del S. XV, muestra a una criatura mitad humana mitad pájaro portando una espada y un escudo. Su cuerpo estaba cubierto de escamas. Con el paso de los años, se fue convirtiendo gradualmente en una mujer, aunque aún parecía un monstruo alado con piernas aleteadas. Sólo en el s. XVIII fue definitivamente cambiado por una figura con forma de mujer mitad pez, de hecho el actual escudo de armas fue oficialmente aprobado en 1938. La evolución de la imagen de la sirena de Varsovia se puede ver en la puerta de la catedral de San Juan en la ciudad antigua (ul. Swietojanska 8)

 

La leyenda de la sirena de Varsovia

Es de imaginar que hay decenas de versiones sobre esa leyenda, la más popular entre los guías de la ciudad cuentan que una sirena que había llegado nadando por el río Vístula desde el mar Báltico salió a la orilla a descansar muy cerca de la ciudad antigua de Varsovia. Le gustó tanto el lugar que decidió quedarse a vivir aquí. Poco tiempo después los pescadores locales descubrieron que alguien o algo agitaban las aguas cuando pescaban, enredándoles las redes y liberando las capturas conseguidas. Así que planearon encontrar y  castigar al culpable, hasta que escucharon la voz de la bella sirena. Cayeron rendidos ante su melódica voz y esta les amenizaba las tardes con su canto hasta que un comerciante que había oído sobre ella pensando en la fortuna que podría amasar mostrándola en ferias y mercados decidió raptarla. La encerró en un cobertizo de madera sin ningún acceso al agua. EL llanto de la sirena fue oído por el hijo de un pescador quien con la ayuda de unos amigos la rescató. Ella prometió a sus salvadores devolverles el favor cuando lo necesitasen. Y desde entonces, armada con una espada y un escudo, la sirena ha estado protegiendo a la ciudad de Varsovia y sus residentes.

Quizás la más fotografiada y la más reconocible por su excepcional ubicación en la Ciudad Vieja, en la plaza por la que todo el mundo sí o sí pasará durante una estancia en la ciudad, sea la del escultor Konstanty Hegel, de unos ciento cincuenta años de antigüedad. Es una sirena guerrera y fuerte, que se defiende con el escudo. Esta no fue su ubicación inicial, sino que fue trasladada de un lugar a otro hasta quedarla aquí. Los vándalos la destruyeron en numerosas ocasiones por lo que hubo que hacer una copia y la original trasladada al Museo de Varsovia para preservarla, también en la plaza de la ciudad antigua.

Otra sirena a orillas del Vístula es la situada en Wybrzeze Kosciuszkowskie. Según se proyectó esta sirena de veinte metros se realizaría en cristal  y permanecería sumergida dentro de armazón entre las dos orillas del río, pero debido a los problemas técnicos la idea fue abandonada y la estatua construida finalmente en bronce. Fue diseñada por Ludwika Nitschowa y terminada en 1939. Su modelo fue Krystyna Krahelska,  boy scout y poeta, la cual falleció el segundo día del levantamiento por lo que se ganó un status y reconocimiento legendario.

Ah, por cierto, las sirenas no sólo se pueden ver en Varsovia,  a lo largo del país podremos encontrar muchas otras bellas sirenas descansando en los lugares más insospechados.

 

 


 

Ana Morales

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