No hay duda de que Lisboa está de moda. La capital atlántica, junto con sus hermanas norteñas Oporto y Aveiro os están esperando para sorprenderos con su historia, su gastronomía, sus rincones llenos de encanto y, por qué no, su carácter e idiosincrasia. Por ello, y porque quiero que regreséis de la ciudad del Tajo con más que un buen sabor de boca, os he preparado esta mini guía que os ayudará a planificar vuestra visita y sacarle el máximo partido a la estancia, eso sí, disfrutándola sin estrés, eso está prohibido en Lisboa.

Lisboa satisface a todos, cazadores de tendencias, amantes del arte, foodies, pero también a los amantes de lo tradicional, de la historia, de la cultura,  de esa atractiva esencia portuguesa que aún se encuentra intacta en algunos barrios de esta ciudad de siete colinas e infinitos miradores desde donde nos revelan toda su belleza.

Las sugerencias que os propongo a continuación están pensadas para una escapada de tres días, dejando a los afortunados que tengan un día extra la excursión a Sintra, una deliciosa villa de cuento de hadas de la que ya os hablé en una entrada anterior.

Propuesta para el primer día:

En un primer día, y además primera estancia en la ciudad,  yo me decantaría por recorrer tres de los barrios del centro que se encuentran contiguos y que encierran una buena parte de los atractivos lisboetas: Baixa, Chiado y Bairro Alto. Lleváis puesto vuestro calzado más cómodo? Pues seguidme.

La Baixa Pombalina, en honor al marqués de Pombal, se encuentra en la parte baja de Lisboa, separando los barrios de Alfama y Bairro Alto.  Es el corazón del casco histórico y una zona muy animada de la ciudad, donde tanto los locales como los turistas gustan de pasear. Como curiosidad fijaos que los nombres de las calles hacen referencia a los gremios que antiguamente las ocupaban: Rua dos Sapateiros, Rua da Prata, Rua Aurea,…etc.

Esta zona resultó muy afectada por el violento terremoto y tsunami que sufrió Lisboa en 1755, sin duda uno de los eventos históricos que más ha marcado a la ciudad, pues murió el 35% de su entonces población y destruyó el 85 % de los edificios de Lisboa, así como la mayoría de los ejemplos de la arquitectura manuelina, tan apreciada y distintiva del siglo XVI portugués. El marqués de Pombal fue responsable del nuevo trazado y reconstrucción de la ciudad y los edificios y plazas reconstruidas por él siguen existiendo hoy y son una de las atracciones turísticas de Lisboa. Por tanto, pensad cuando caminéis por esta zona que en el siglo XVIII fue prácticamente reducida a escombros.

Podríamos comenzar nuestro paseo en la estación de trenes de Rossio, inconfundible con su llamativa fachada manuelina de puertas en forma de herradura, y caminar las plazas principales plazas de la ciudad, Praça de Rossio, Praça da Figueira, Praça da República, todas ellas agradables sitios donde sentarse a desayunar, almorzar o descansar. Estamos en una zona elegante y noble de la ciudad con una amplia zona peatonal de tiendas cuya calle principal es la Rua Augusta, que se abre al Tajo desde la emblemática Plaza de la Republica. Por cierto, dos recomendaciones en Baixa, probar el licor de guindas local, en A ginjinha, cerca de la plaza del Rossio (un gran souvenir también) y subir a deleitaros con las magníficas vistas desde la terraza del Hotel Nacional, cerca de la plaza del Marqués de Pombal.

El Chiado, contiguo a Baixa, es uno de mis barrios favoritos. Podréis acceder como manda la tradición usando el magnífico elevador de Santa Justa, una reliquia del S.XIX diseñada por un discípulo portugués de Eiffel, que seguramente ya habréis visto entre calles al bajar hasta la orilla del Tajo.

El Chiado es un barrio empinado, tortuoso, de adoquines, con muchas fachadas de azulejos y edificios y casas antiguas, cuyas vías principales son recorridas por el nostálgico tranvía. Un barrio muy fotogénico y agradable, de esos que perpetúan la imagen decadente y encantadora de Lisboa que muchos definen sin demasiada imaginación como el “Montmartre de Lisboa”.

Este barrio bohemio os encantará porque tiene una vida diurna y nocturna muy interesante, un comercio distinto al del resto de la ciudad, con tiendas de jóvenes diseñadores, de artículos tradicionales, bodegas, casas de fado, boutiques de las de toda la vida…etc. Uno de los puntos neurálgicos del barrio es la plaza Luis de Camoes, junto a la salida del elevador, donde también podréis ver los restos del Convento do Carmo. Del edificio devastado por el terremoto de 1755, podemos ver tan sólo su esqueleto, pues este edificio no se rehabilitó quedando a modo de recordatorio del desastre. En el interior del convento, por si gustáis de visitar museos, encontrareis el Museo Arqueológico do Carmo. Y no podréis decir que habéis estado en el Chiado sin haber pasado a degustar una bica en a Brasileira, uno de los cafés con más solera de la ciudad. Otra actividad que os recomiendo en el Chiado es realizar una cata de vinos con maridaje, Bythewine es una acogedora bodega donde podréis degustar los vinos de la casa Jose Maria da Fonseca, al tiempo que os sirven deliciosos platillos.

Por último, el Bairro Alto es otro de los barrios del centro, contiguo al Chiado. La plaza de Luis de Camoes de hecho, los separa. Podríamos decir que es el barrio alternativo de Lisboa, donde la gente vive haciendo frente a la amenaza de la gentrificación, que está desalojando a los moradores originales del barrio para dar paso a esa pretendida modernización (léase especulación) que roba personalidad y autenticidad. Es un barrio donde la gente vive, donde la ropa se seca al sol y donde las señoras tiran trabajosamente de los carritos de la compra.

Dos lugares para mí muy recomendables, el originalísimo Pavilhao Chinés, y el Embaixada, un antiguo palacio reconvertido en galería comercial donde hay sitio para la creación, los mejores gin tonics de Lisboa, e, incluso los domingos, el espectáculo de fado. Para las vistas, el mirador de San Pedro de Alcántara.

Itinerario segundo día:

Si el primer día nos hemos dedicado al centro en tres barrios contiguos, hoy el recorrido nos llevará al barrio de la Alfama, un antiguo barrio de pescadores, considerado un pueblo dentro de la ciudad quizás porque al no ser afectado por el terremoto de 1755 conserva mucha de la arquitectura original. Tampoco, a pesar del ingente turismo, su fisonomía parece verse muy afectada. Calles tortuosas, placitas, escaleras, rincones llenos de flores, fachadas de distintos colores, sombras creadas por techados emparrados, vecinos charlando, niños jugando. Antaño era un barrio donde al igual que pasó en muchas ciudades de España durante el medievo, convivieron las tres culturas. Quizás de ahí su riqueza cultural y su empeño en conservar lo autóctono. El barrio de La Alfama se encuentra en una colina, dominada por el Castillo de San Jorge y la mejor forma de acceder a la Alfama y al castillo es cogiendo el famoso tranvía número 28, o también caminando desde Baixa.

Este es un barrio con numerosos miradores donde contemplar los tejados del barrio, y, como no, el Tajo. Mi preferido, y siento no ser muy original, es el mirador de Santa Luzia, el inconveniente, siempre hay demasiada gente, pero, por el contrario, sentarse a contemplar las vistas desde uno de los muros de sus jardines tiene algo de balsámico, no os digo más si hay algún artista local tocando la guitarra…

Otro punto importante del recorrido es la catedral de la Sé, románica y gótica de transición, uno de los monumentos más antiguos de la ciudad, así como el Panteón nacional, antigua Iglesia de Santa Engracia y lugar de enterramiento de ilustres portugueses.

Tomad nota de que La Alfama es también un buen lugar donde disfrutar del fado, la Tasca do Chico es un lugar muy particular que seguro os gustará.

Itinerario Tercer Día:

Hoy nos desplazamos hacia Belem, un barrio situado a orillas del Tajo en el oeste de la ciudad, y otra de las zonas monumentales de Lisboa.

Antes os mencioné que el terremoto de 1755 destruyó la mayor parte del patrimonio arquitectónico manuelino, del que tan orgullosos se sienten los lisboetas, sin embargo, aquí tendréis una muestra muy significativa en dos edificios que debéis visitar y que son Patrimonio de la Humanidad: el Monasterio de los Jerónimos, con su bello claustro, y la Torre de Belém, en la desembocadura del Tajo.

También a los pies del Tajo encontrareis el monumento de los descubridores, cuya fachada, de 50 metros de altura, está esculpida con diversas personalidades de era de los descubrimientos portuguesa. Es esta una zona muy agradable para pasear y hacer deporte, con la panorámica del famoso puente Vasco de Gama uniendo las dos orillas. También es una zona para almorzar/cenar, parte de las antiguas dependencias del puerto conocidas cono docas, se reconvirtieron hace años en restaurantes y locales de ocio, por lo que hay bastante oferta. Tampoco debéis de marcharos de Belem sin probar los famosos Pasteles de Belem, no importa si sois golosos o no. Esta es la genuina pastelería donde degustarlos y comprarlos para llevarlos de regalo y está muy cerca del monasterio de los Jerónimos.

Los que dispongan de un día más tengan en cuenta la posibilidad de visitar Sintra y Cascais, merece mucho la pena.