Turquía fue y sigue siendo un puente entre culturas y civilizaciones, a la par que una encrucijada de caminos en la Ruta de la Seda. Ello ha dejado una profunda huella en su deliciosa cocina, hija de una excelente y variada despensa mediterránea, el embrujo y el exotismo de las especias y cocinas orientales, y el legado imperial otomano. Quizás por esto, la cocina turca es tan atractiva y apreciada por los visitantes. Equilibrada, sabrosa, y cocinada con aceite de oliva.

Todo el que pisa el país recuerda con la boca hecha agua lo deliciosa, fresca y heterogénea que es su mesa, en la que conviven los platos más humildes con los más sofisticados, salidos de los fogones del palacio de Topkapi y creados para satisfacer los paladares más exigentes.
Nadie pasa hambre en Turquía, por eso quería dedicar un breve post a homenajearla.

 

La cesta de la compra

Estambul_2015_331Y es que la comida es un tema que se toma muy en serio en Turquía. La comida es el centro de todas las reuniones y acontecimientos sociales y familiares cotidianos, pero también de los encuentros entre amigos. El barrio de Beyoglu, en Estambul, está lleno de tabernas, si os dais una vuelta por cualquiera de ellas, conocidas como meyhane lo comprobareis, la gente conversa sin prisas mientras comparten platos regados con raki, o «leche de leona», esa especie de aguardiente anisado que se diluye con agua y que al menos aquí en el norte podría pasar por la bebida nacional del país.

Quizás por ello vereis tantos mercados y bazares especializados por doquier, si estáis en Estambul, aunque sea un lugar muy turístico, acercaros al Bazar Egipcio, podréis llenaros la vista y el olfato con los colores y las fragancias de las más variadas especias, frutos secos y hierbas aromáticas. Decenas de puestos impregnan el ambiente con el aroma de la canela, el comino, el azafrán, la cúrcuma, los distintos currys, la nuez moscada, el clavo, anís, las esencias de rosa, azahar o de jazmín…

En su exterior además se extiende el más que interesante mercado de Tahtakale, donde compran los estambulinos y donde hay una inmensa variedad de tiendas y de ultramarinos a la antigua usanza, de esos en los que el tendero con su bata blanca os recomienda y da a probar la mercancía.

Las tiendas de queso venden variedades y presentaciones totalmente desconocidas para nosotros. Las tiendas de embutidos exhiben una gran variedad de género de primera, principalmente a base de vaca, pero también de pollo, pavo o cordero, os sorprenderá comprobar que hay vida después del cerdo, de hecho hay auténticas delicatesen como la pastirma o bastirma o el popular sukuk. Las fruterías, repletas, exhiben lo mejor de cada parte del país, verduras, panales de miel, encurtidos preparados de mil maneras distintas, tés de flores y del Mar Negro, pistachos, almendras, higos…e incluso veréis las colas que se pueden formar frente al Kurukahveci Mehmet Efendi para comprar el mejor café recién molido y empaquetado para la concurrencia. Como he dicho, la comida aquí se toma muy en serio.

 

¿Qué se come en Turquía?

Pues varía de una región a otra de este enorme país, puede decirse que en Turquía se consume gran cantidad de carne, verduras y lácteos principalmente, pero en las regiones costeras, (y Turquía tiene 7200 kms de costa), el pescado es el protagonista, por ello, los mercados de pescado son lugares que no debéis dejar de visitar. En un post anterior ya os hablaba de algunos de ellos más o menos fácilmente localizables en Estambul.

Encontrareis un muestrario de la riqueza que aún alberga esta parte del Mediterráneo, en donde las aguas del Mar Egeo, Mar de Mármara y Mar Negro se mezclan y fecundan para ofrecernos el espectáculo de sus mercados. Pasead por Karaköy, Sariyer o por Kadiköy, o, si sois más intrépidos acercaros a la confluencia con el Mar Negro, en Anadolu Kavagi, aldea de pescadores, y sentaos a degustarlos junto al estrecho, en el mismo mercado o en alguna taberna popular, cocinados a la brasa, marinados en limón, rebozados, rellenos…y acompañados de los suculentos mezzes, esos platillos de variedad infinita elaborados a base garbanzos, berenjenas, queso, mariscos, olivas o pimientos que nos recuerdan a nuestras tapas y que se toman de aperitivo antes de las comidas para ir haciendo boca. Incluso por la calle, cerca de los muelles encontrareis a los vendedores ambulantes de bocadillos de caballa hechos a la brasa o los midye dolma, esos mejillones rellenos de arroz pilav y fritos que son un tentempié popular a la par que nutritivo.

Pero como os decía, no hay que olvidar la carne, el cordero es la estrella indiscutible, el ingrediente de centenares de platos cocinados de mil y una maneras según la región; a la brasa, a la sal, en su jugo en vasijas de barro cocidas al horno, en brocheta, albóndigas o en Kebab…reminiscencias del pasado nómada de estas tierras. Ni tampoco las verduras, bien servidas como acompañamiento, en ensaladas regadas con salsa de yogurt, menta, ajo y pepino, rellenas de carne y arroz, o en deliciosos purés  fríos como el hummus de garbanzos o de habas, y el baba ganoush de berenjena, no sólo típico de Turquía.

Los espectaculares postres turcos, a base de frutos secos, cereales y legumbres, yogurt, queso, miel, hojaldre… son sin duda otro apartado inagotable, sin mencionar las archiconocidas “delicias turcas”. Postres como el kunefe, las baklavas con leche, la crema de almendras, el kireçte incir, una especie de higos caramelizados, el sutlak, similar al arroz con leche pero más delicado, el kadayif, a base de bulgur y por supuesto las gominolas turcas o lokum. La ciudad está llena de pastelerías donde os garantizo que el género expuesto hará las delicias de cualquiera de vosotros. Tanto si sois amantes del dulce como si no lo sois no podréis evitar pararos en los escaparates al menos a contemplarlas.

 

La comida «rápida»

Aunque “comida rápida” tiene unas connotaciones negativas en occidente, sinónimo de baja calidad, grasiento y prefabricado, creo que cuando probéis la comida Estambul_2013_364rápida en Turquía os llevareis una grata sorpresa, pues aquí es una institución. No sólo porque hay una oferta enorme de gran frescura y calidad, sino por lo accesible y económica que es. Como ya os adelantaba, teneis que probar los deliciosos bocadillos de caballa (balik ekmek), los kebabs (que no son ni primos lejanos de lo que aquí compramos con el mismo nombre), las çorbalar o sopas de todo tipo, que reconfortan el cuerpo y dan energía, y que hasta en el sitio más humilde están buenísimas, de lentejas, trigo o yoghurt, las pides, conocidas como pizzas turcas, cocinadas en el momento y tan tiernas y deliciosas que no las olvidareis… el arroz pilav con garbanzos, los simit como tentempiés matutinos, las castañas asadas en la época, las patatas asadas o kumpir….etc, etc.

El olor de estos lugares es un continuo reclamo para hacer una parada y recargar energías. Todo huele que alimenta pero comprobareis que sabe aún mejor.

 

 


 

Ana Morales

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