La KoutubiaMarrakech es conocida como “la perla del sur”, una ciudad mítica, cultural, inspiración de artistas.Una ciudad muy dinámica para la que creo no hay un punto medio, o la amas y regresas una y otra vez, pues siempre hay nuevos lugares por descubrir, o la odias.

 

Al igual que ocurría con Fez, existen dos Marrakech bien diferenciadas, la Marrakech moderna, de amplias avenidas, con nuevos hoteles y rodeada de jardines y nuevas zonas residenciales de alto standing, y la Marrakech tradicional, que generalmente es la que más atrae al viajero, donde podremos ser testigos de todo el bullicio y la forma de vida de las medinas antiguas, un grandioso decorado lleno de colores, texturas  y olores con el marco de las montañas nevadas del Atlas de fondo.

Plaza Djemna-el-FnaAntes de adentrarnos en el zoco, hay que decir que realmente todos los lugares ineludibles que visitaremos, a excepción del encantador Jardín de Majorelle y de los jardines de La Menara, se encuentran dentro de la ciudad antigua. La Koutubia considerada uno de los monumentos más hermosos del Magreb por su equilibrio y su sobriedad, sirvió de modelo para la Giralda y la Torre Hassan, y, es seguro que pasareis muchas veces por delante de ella en vuestra estancia pues está junto a la famosa Plaza Djmaa-el-Fna, donde incluso por la mañana ya hay actividad. Parar a tomar un zumo de naranja es casi tradición en las decenas de paraditas que hay en la plaza.

Djemaa-el-Fna es el corazón de la ciudad, y forma parte de ese Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por la multitud de ambientes, espectáculos, y tenderetes que se ubican al caer la noche en la plaza. Es el punto de reunión para propios y extraños, los propios pueden disfrutar de cuenta-cuentos, astrólogos, músicos, malabaristas y acróbatas y los foráneos se dejarán hipnotizar por los figurantes, aguadores, encantadores de serpientes, los Gnaouas, o los cientos de puestos de comida y bebida que rodean la plaza. Mi consejo es que si no os gusta el tumulto comáis o contempléis la puesta de sol desde una terraza de los restaurantes que rodean la plaza mientras disfrutáis sin prisas de un delicioso té a la menta. O hacer ambas cosas, probando cada cosa un día.

Cruzando por un lateral de la plazaEspecias estaremos ya en los zocos. Orientarse aquí es algo complicado, durante el día uno simplemente puede dejarse llevar y recorrerlo por sus distintos gremios, tomando algún punto de referencia, (la Koutubia se ve desde casi cualquier sitio) o entrando cada vez desde una puerta distinta de la Medina, y, sabiendo que la plaza de las especias es más o menos el corazón del zoco si intentais seguir un plano. Aquí es un gran lugar para descansar de los vendedores, el bullicio y las compras…y para reponer fuerzas.En uno de sus laterales tenéis la entrada al zoco de las alfombras. Una zona curiosa es el zoco de la medicina tradicional bereber, donde venden como en la medicina china multitud de ungüentos, partes de animales disecados y componentes vegetales y animales con los que preparar conjuros…o el zoco de las especias, o el de las babuchas…los caldereros, los tintoreros o las curtidurias.

En el recinto de La Medina, además de los zocos tenéis la Madrasa Ben Youssef, una universidad coránica, el Palacio de la Bahía, que recuerda tanto a la Alhambra,  y el museo de Marrakech si queréis profundizar en el arte y la cultura marroquí.

Los jardines de la Menara

En el exterior de la  medina están los jardines de la Menara, un lugar cargado de magia por su serenidad y ubicación a los pies de los picos nevados del Atlas. El pabellón lo construyeron los almohades, y se refleja sobre un estanque que hay en la parte frontal del mismo cuyo fin es recoger el agua que llega desde la montaña y que se usa para regar los olivos que rodean la zona. Dependiendo de la hora del día lo veremos de un color u otro, pero sin lugar a duda el mejor momento es al caer el día…

Otro lugar perfecto pLos jardines Majorelleara huir del bullicio de la Medina son los jardines de Majorelle, un oasis en medio de la ciudad nueva, lugar encantador creado por el pintor francés Jaques Majorelle y posteriormente restaurado y adquirido por Yves Saint Laurent. Es un lugar lleno de luz, de colores, pájaros, flores y vegetación exótica. Todo ello con elementos sencillos y naturales y pintados con el azul intenso y luminoso que se conoce como “azul majorelle”, muy mediterráneo.

En fin, Marrakech, como ya decía da para regresar varias veces, y, cada uno encontrará su rincón preferido en esta carismática ciudad.

 


 

Ana Morales

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