Corría el año 2004 cuando el Ayuntamiento se Sevilla sacó a concurso internacional un proyecto para rehabilitar la plaza ubicada en un céntrico y muy histórico barrio de la ciudad: La Encarnación.

Fue un arquitecto berlinés, Jürgen Mayer el que lo ganó y el que ideo la original estructura que hoy podemos contemplar y que ocupa, literalmente toda la plaza, ya que el Metropol Parasol, que es el nombre real del proyecto, es la estructura de madera más grande del mundo hasta la fecha, con unas dimensiones de 150 x 70 metros que sobrevuelan por encima de las construcciones circundantes y que es sostenida por dos columnas de hormigón. La obra consiste en seis parasoles de madera con forma de setas de grandes dimensiones y 2 columnas de hormigón desde las que salen los ascensores de acceso al mirador. Dicen que el diseño se inspira en las bóvedas de la catedral de Sevilla y los ficus de la cercana plaza del Cristo de Burgos.

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Bajo los parasoles hay una plaza elevada, con escaleras mecánicas (Plaza Mayor) donde se llevan a cabo eventos tan diversos como las protestas, conciertos, o mercadillos.

 

Tengo que decir que si bien al visitante las conocidas popularmente como “Setas de la Encarnación” le resultan curiosas y atractivas, no es el caso entre los vecinos. Esta obra genera acaloradas discusiones, y, en general, más IMG_3998rechazo entre los sevillanos que admiración. Sobre todo entre los habitantes del barrio. En muchas de nuestras ciudades se han dado casos parecidos, una zona de la ciudad céntrica pero devaluada es reformada con la ubicación de algún gran proyecto cultural o arquitectónico. Esto pone en marcha el proceso de gentrificación. Se comienza a dinamizar la zona, pero tras la coartada de la modernidad sólo se enriquecen unos, muchos otros se ven empobrecidos. Y muchos quedan en el camino. Para la gente, este, como muchos otros de los proyectos emblemáticos de la nueva Sevilla sólo persiguen la especulación.

La plaza que hoy ocupan las setas, un espacio de casi una hectárea y media, data del S.XVI y había un conocido mercado de abastos que se construyó en 1837 y que resistió hasta 1948 cuando se derribó una parte para comunicar las calles de Laraña e Imagen y se reordenó la plaza. En un lado, quedó la plaza y en el otro el mercado. Tras esto, el mercado permaneció en un cada vez mayor abandono hasta que fue declarado en ruinas y derribado en 1973. El proyecto inicial era el de construir un nuevo mercado con parking subterráneo y una plaza para el uso vecinal, pero en este lugar no parecía haber proyecto que saliese adelante. Los restos arqueológicos encontrados (que hoy se pueden ver en la base de la estructura cuando accedemos a los miradores de las Setas), dejaron al descubierto el mayor yacimiento romano de la colonia hispana de toda la ciudad, pero acabaron de paralizar el proyecto en fase de cimentación. Y el tiempo pasaba…

La cuestión es que cuando se inició el proyecto, el más caro de todos los presentados, con un coste estimado de 50 millones de euros (que no existían en las arcas públicas), este plan comienza a variar. Finalmente se construye un espacio lúdico de gestión privada, en régimen de explotación de concesión a la empresa Sacyr durante 40 años. Es cierto que existe un mercado en los bajos, pero no tienen mayor protagonismo sobre el conjunto. El proyecto durante toda su construcción sólo acarreó inconvenientes a los vecinos y comerciantes que sufrían todos los inconvenientes de una obra de esta envergadura que tenía que haber acabado en 2007 y que finalmente lo hizo en 2011 con un sobrecoste que a fecha de hoy aún se desconoce pero que habla de un coste final de 86 millones de euros. Vieron cómo se cortaba el acceso a la zona, se perdían paulatinamente ventas, se subían los alquileres, se producían desahucios ante las perspectivas de negocio que se abrían para unos pocos, se perdía espacio público, y la plaza perdía para siempre su carácter.

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Cuando te cuentan estas cosas, uno puede entender que este edificio no sea del agrado de los vecinos. Estéticamente, aunque para muchos sea una aberración creo que su atractivo precisamente está en el contraste entre lo nuevo con lo que le rodea. Desde su mirador a 28 metros de altura se tienen vistas aéreas de Sevilla a 360º. Todos los edificios emblemáticos, iglesias, palacios, y puentes de la ciudad se pueden localizar desde las alturas.

Está claro que nunca llueve a gusto de todos, para la gente más joven es una zona dinámica en la que montar negocios innovadores, hay una parte de la plaza desde la que comienza el conocido como Soho sevillano donde se pueden ver decenas de iniciativas originales, lo cual se agradece en el mar de franquicias y multinacionales que hay por igual en todas las ciudades. Además, las setas de la Encarnación forman ya parte de algunas rutas turísticas tradicionales, que incluyen la visita al Metropol entre la Giralda, la Torre del Oro y los Reales Alcázares.

Paradojas de la arquitectura, en enero de 2013, el Metropol Parasol fue elegido, entre los 335 proyectos candidatos, como uno de cinco proyectos finalistas del Premio de Arquitectura Contemporánea Mies Van Der Rohe que conceden bianualmente la Unión Europea y la Fundación Mies Van Der Rohe.