En una de las calles aledañas al populoso mercado de Tahtakale, en Estambul, se encuentra una de las mezquitas más bonitas y a la vez menos visitadas de la ciudad: me refiero a la mezquita de Rüstem Paşa.

Si observamos desde la orilla de Karaköy la veremos sobresalir a la derecha del mercado egipcio y del puente de Gálata, en la plaza de Eminönü, ya que está construida sobre una plataforma en alto. En los bajos, como era una práctica habitual, había tiendas con cuyos alquileres se financiaba el mantenimiento de la misma. Esta coqueta y preciosa mezquita fue construida por el gran arquitecto Mimar Sinan para el que fue yerno del sultán Solimán el Magnífico, el primer visir Rüstem Paşa, casado con su hija Mihrimah. Rüstem Paşa fue una de las personalidades más ricas en la historia del Imperio Otomano. Tanto que en el Palacio de Topkapi podréis contemplar un libro colosal con un registro de toda su fortuna. Bien educado e interesado en la historia otomana, tenía una espléndida biblioteca con más de 5.000 obras literarias. Sin embargo, era una persona de conocida frugalidad, lo cual era interpretado como tacañería por sus coetáneos.

Estambul_2013_781Aunque inteligente y competente, Rüstem ha pasado a la historia por conspirar con la esposa de Solimán, la famosa y temible Roxelana (Hürrem Sultan) para denunciar al príncipe Mustafá, (hijo primogénito de Solimán y heredero al trono) como autor intelectual de un complot militar para destronarle. Solimán mandó decapitar a su querido hijo Mustafá, lo que permitió que el hijo que había tenido con su concubina preferida, Roxelana, el incapaz y bebedor príncipe Selim,  sucediese a su padre en el trono. Roxelana murió en 1558, y si el punto álgido de grandeza del imperio otomano se alcanzó con el gobierno de Solimán el Magnifico, algo difícil de igualar para cualquier sucesor, el reinado de su hijo Selim es considerado el final de la gran época del Imperio Otomano y el comienzo de su larga decadencia.

Aunque ya he mencionado que Rüstem fue uno de los hombres más ricos del Imperio Otomano en el apogeo de su poder y gloria, como humilde servidor del sultán no hubiese sido apropiado que se construyese una gran mezquita que pudiera rivalizar con la de su amo imperial, la extraordinaria Süleymaniye, la mezquita más grande de Estambul. Así pues, buscó un lugar apropiado a los pies de la colina coronada por la Gran Mezquita de Solimán. A lo que no renunció es a que fuese el mismo arquitecto imperial, el gran Sinan, el que la construyese. En lugar de tamaño y grandeza, Rüstem buscó refinamiento artístico exquisito, y eso es lo que encontraremos aquí. Para establecer su mezquita en la antigua concesión veneciana, el corazón del barrio comercial, Rüstem Paşa se limitó a adquirir una pequeña mezquita que ya existía y que luego reconstruyó a sus expensas. Sinán probó aquí a cubrir el pequeño edificio con una gran cúpula para poder sacar el máximo partido al escaso terreno, pero además esto también permitió a Rüstem eludir la ley y edificar la mayor cúpula de una mezquita no imperial, de más de quince metros de diámetro. La mezquita se terminó en 1562, un año después su muerte.

Cerámica azul de Iznik en la mezquita de Rüstem PashaEnclavada en unas calles que tienen mucha actividad comercial y trasiego continuo de gente, es probable que si no se busca con atención se pase de largo, ya que al estar esta edificada sobre los soportales de lo que fueran los puestos del mercado, no se ve fácilmente entre el entramado de calles que conforman el barrio. La entrada de la mezquita se hace desde la calle pero es muy discreta y no destaca por nada en realidad. Unas oscuras escaleras nos trasladan a un mundo mucho más tranquilo y casi al margen del bazar. En el exterior de la misma, su tranquilo patio en terraza nos hará olvidar el bullicio y la agitación de dónde venimos.

EstambulLa primera vez que la visité, hace ya más de diez años, estuve un buen rato sentada al frescor de su precioso interior. No había nadie en aquel medio día de agosto salvo mi marido y yo. Pude curiosear a mi antojo y me pareció un lugar perfecto para descansar, así que me senté en su mullida alfombra de un color rojo intenso apoyada en una pared mientras la seguía contemplando desde otros ángulos disfrutando de su silencio y tranquilidad. El resto de las veces que he vuelto ha sido muy parecido, apenas había gente.

Sin duda, los azulejos que la adornan llaman la atención por su belleza. Rüstem Paşa no sólo no escatimó una moneda para que fueran los más bonitos, sino que hizo una gran ostentación de su riqueza a pesar de la mencionada fama de tacaño. Toda la superficie interior hasta el arranque de los tímpanos y de los arcos, así como las paredes de la fachada exterior están cubiertas de azulejos de Iznik, de motivos florales y geométricos, azules y rojos, lo que convierte a este edificio en un museo de cerámica como son el palacio de Topkapi o la logia imperial de Selimiye. Aquí tenemos una muestra de la riqueza de ornamentos y del grado de desarrollo que este arte de la cerámica llegó a alcanzar, con diseños nuevos y otros más antiguos ya en desuso que se recuperaron para esta mezquita. Los azulejos de la mezquita serían fundamentales en su fama pero también en su desgracia. En el pasado, los invitados prominentes que venían a Estambul generalmente eran llevados a visitar esta mezquita. Como ya os decía, esta mezquita es una joya que os recomiendo visitar.

En 1981, «Chloe», la famosa casa de modas francesa, incluso anunció que utilizaría los patrones de mosaico de la mezquita en sus próximas colecciones. Pero desafortunadamente, la mayoría de las veces, la mezquita fue noticia por el robo de azulejos. La mezquita sufrió daños importantes durante un incendio en 1660, un siglo después de su construcción. Un siglo más tarde, en el terremoto de 1766, el alminar de la mezquita se derrumbó y su cúpula se hundió. La mezquita se sometió a otro trabajo de conservación y restauración en la década de los 90, e, irónicamente, algunos paneles de la mezquita también fueron robados durante los trabajos de restauración.

Según un artículo periodístico publicado en 1995, los ladrones irrumpieron en la mezquita y robaron  azulejos de la sección designada para el Sultán, no una, sino dos veces en un mes. A principios de la década de 2000, otros artículos criticaban a las autoridades por usar cerraduras primitivas para proteger una mezquita como esta. Recientemente, se ha puesto seguridad y guardias permanentes para la vigilancia los 364 días del año.

Se encuentra en: c/Hasircilar Carsisi | Eminonu – Estambul (Turquía).
Aquí podéis ver un vídeo de la mezquita.

 


 

Ana Morales

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